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Siempre es un placer contar con nuevas aportaciones de la cocina de Galicia. Una de las últimas incorporaciones al universo gastronómico palmesano es Breogán, un restaurante de una decena de mesas en el interior y unas pocas al exterior, llamado así en honor a un mítico rey que gobernó en aquel territorio. Es el nombre que han elegido dos hermanos –Carlos, en la sala, y Marcos, en los fogones–, para su acogedora casa de comidas en la calle Rubén Darío, a unos metros del Paseo de Mallorca, donde la calidad del producto y una atención muy próxima son sus puntos fuertes. Y, por lo que hemos podido comprobar, con una buena relación calidad precio.

Oriundos de Oiambre, en la comarca orensana de Verín –muy próxima a la frontera con Portugal–, aficionados a la cocina pero con actividades profesionales bastante alejadas de este mundo, hace un año decidieron montar este restaurante en el que pudieran ofrecer productos de su tierra, fundamentalmente pescados y mariscos de temporada, y buenas carnes, elaboradas en un horno con brasa bastante parecido al Josper, que alimentan con carbón de marabú que les da un sabor especial. En la carta tienen siempre tortilla estilo Betanzos, con las patatas ligeramente fritas y empapadas en los huevos batidos (ecológicos de Pazo de Vilena), babosa en su interior, y a gran precio (8,9€). Este fue el comienzo canónico de nuestro almuerzo tras unas estupendas almejas finas, apenas pasadas por la sartén, de gran textura (25,9€).

Queríamos probar sus berberechos, pero se les acababan de terminar. Buen sustituto en cualquier caso, y perfectos reflejos cuando comentamos que encontrábamos la salsa algo pasada de sal. Retiraron las almejas diligentemente, y nos trajeron otra ración que estaba en su punto, e incluso vino el cocinero a nuestra mesa para disculparse. Magnífico detalle. Como entrantes, ofrecían también una apetecible ensaladilla de merluza y cebolla, y los habituales pulpo a feira, lacón y cecina gallegos.
En las sugerencias, proponían rodaballo salvaje y cap roig, por piezas, a precio razonable (60€ y 80€/kg), y bogavante gallego, langosta mallorquina, así como gambas y cigalas. Nosotros optamos por su guiso estrella, la merluza Breogán, que preparan sobre una salsa de fumé, cebolla y algunas otras verduras, unos muy delicados guisantes de su zona, y unas sabrosísimas patatas –utilizan las variedades kennebec y red pontiac–, que se impregnaban deliciosamente de la salsa, perfecto acompañante a las soberbias rodajas de merluza coronadas por lascas de ajo frito. Una ración suficientemente generosa como para compartirla entre dos, deliciosa de textura y sabor, y con una merluza de gran calidad, que les suministra Pescaderías Miró (25,9€).

No hicimos ninguna incursión carnívora, aunque su propuesta resulta muy atractiva. Vaca rubia (79,9€/kg), cachena (74,9€/kg), o la de vacas de 20 años, que se sacrifican al final de su vida de trabajo (99,9€/kg); o la codiciada carne de buey de raza rubia o frisona (120€/kg). Todas ellas preparadas por Marcos en la brasa de su horno. Postres bastante tradicionales, como filloas con chocolate, tarta de queso y gel de membrillo, y coulant de tarta de Santiago. Buena selección de vinos de Ribera de Duero, Rioja, algún mallorquín, y amplia de las diferentes zonas gallegas. Probamos, por copas el vino de la casa, Ladairo, de la zona de Monterrey (4,2€) y un magnífico Aixentea, godello y algo de treixadura, con ligera barrica muy bien integrada, y a buen precio (6,2€ la copa).

Original vajilla, buenas copas, servilletas de papel y mesas sin mantel. Como adorno en las paredes, cigarrones (máscaras) propiedad de los propios hermanos, y cencerros de los bueyes que se utilizan en las fiestas patronales de su pueblo. Restaurante agradable y acogedor para disfrutar de la esencia de la buena cocina gallega en el centro de Palma, y razonable relación calidad precio.