Imagen del Elías Urban Kitchen, un magnífico restaurante familiar en Palma. | Augusto Soyer

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En apenas una manzana del centro palmesano, a poca distancia de La Rambla, se concentran algunos restaurantes que han dejado un buen impacto en mi memoria: proyectos pequeños y familiares, gastronómicamente muy cuidados. Ofrecen creaciones originales y atractivas, con servicio próximo y atento, que convierten las visitas en una experiencia siempre interesante y, a menudo, adictiva. Todo ello con el importante añadido de unos precios contenidos. En la calle del Carme se encuentra la Bodeguita del Centro, de Maribel Moll, de la que ya hemos hablado con deleite en estas páginas, y muy cerca, Elías Urban Kitchen, el pequeño restaurante que lleva el nombres de la calle en la que se ubica, en el que hace ya un lustro emprendieron su proyecto personal el cocinero argentino Fabián Luzzini y su esposa, Marilina Barbieri. Él, un veterano en el mundo gastronómico, había dejado buen recuerdo en el restaurante Bruselas, y posteriormente en Marítimo y en la cocina del Club Deportivo Portitxol.

Hace cinco años, encontraron su actual espacio en la calle Sant Elies y asumieron el reto de convertirse en propietarios de su negocio. Renovaron el local, que había alojado un restaurante vegetariano, y emprendieron una remodelación con gusto, luminosa decoración en tonos muy claros y obras de arte en sus paredes, que generan un ambiente acogedor y agradable. Fabián, destilando oficio y creatividad en la cocina, y su esposa atendiendo a los clientes, con la ayuda cuando están disponibles de alguna de sus dos hijas. La mayor, diseñadora de ropa, cuelga alguna de sus creaciones en las paredes del local.

Ofrecen desayunos muy saludables desde primeras horas de la mañana, con el punto fuerte del almuerzo (no hay cenas), que basan en un excelente menú diario que rotan cada semana, original y apetecible. Se puede elegir entre dos entrantes, dos principales, y –algo verdaderamente llamativo– cuatro magníficos postres, todos ellos elaborados por el chef.

La otra alternativa es elegir cualquiera de las propuestas de la carta, reducida pero muy cuidada, en la que siempre hay alguna buena carne, entraña, picaña y entrecot, que Fabián prepara con gran dominio en su pequeña plancha. O algunos otros platos también apetecibles y originales, como lentejas, trampó, bacalao ahumado y pera; tomate, aguacate, gambas y manzana; o las atractivas hamburguesas, incluidas veganas. Ofrecen también woks de verduras y pokes.

Nosotros probamos las cuatro opciones de su menú de mediodía, y añadimos una ración de tiernísima picaña, esa carne exquisita que tan bien preparan en Argentina y que en este restaurante tiene fama. Tres trozos perfectamente al punto, como lo pedimos, con patatas fritas y mayonesa de alioli, que se deshacían en el paladar (16,5€). Los entrantes del menú eran unas croquetas de jamón, crujientes y muy melosas, con confitura de melocotón, sriracha y alioli, y una veraniega ensalada de garbanzos con berenjena, escalibada, pimientos asados y huevo cocido. Y, como principales, albóndigas con setasy patatas fritas en cuadraditos, ligadas por una sabrosa salsa a base de leche evaporada, vino blanco y cebolla caramelizada, que le daba un excelente y muy agradable toque dulce.

El otro principal era una crujiente quiche de espinacas y queso de cabra, cebolla caramelizada y salsa barbacoa. Los postres, espléndidos. Optamos por una tarta de queso suave con pistachos y crema y un delicioso banoffe, placer para los amantes de los dulces achocolatados. Tenían el mismo aspecto apetecible la tarta de manzana y la crema catalana que ofrecían como alternativa. Un regalo para el paladar y para el bolsillo. 16,9€ con bebida. Muy cortita la oferta de vinos –verdejos, riojas, y ribera– a muy buen precio.

Magnífico restaurante familiar, en un rincón de la ciudad antigua, con un servicio acogedor y cercano, donde se come muy bien y a un estupendo precio. ¡Que duren!