En este sentido, la heparina se administra como un medicamento anticoagulante para evitar la formación de dichos coágulos en aquellas personas que sufren determinadas afecciones médicas o que se someten a procedimientos quirúrgicos.
Uno de los usos principales de este anticoagulante consiste en prevenir y tratar la trombosis venosa profunda, esto es, la formación de coágulos en las venas de las piernas. Por otro lado, también se utiliza como herramienta de prevención y tratamiento del tromboemolismo pulmonar o arterial, en personas con enfermedades cardíacas y en aquellos pacientes que requieren diálisis o transfusión sanguínea debido a una operación.
Además, «se usa en pequeñas dosis para prevenir la formación de coágulos en los catéteres que se dejan en la vena por un tiempo», añaden desde MedlinePlus. En cualquier caso, la dosis depende de cada paciente, de su edad, peso y de la afección médica que deba tratar.
Los riesgos asociados a la administración de este medicamento son mínimos y los efectos secundarios muy poco frecuentes. No obstante, puede originar hemorragias que se manifiestan con sangre en la orina o heces, por lo que resulta vital acudir al médico si se producen sangrados espontáneos, vómitos o esputos con sangre, o hematomas anormales.
La forma más recomendable de administrar la inyección de heparina es en el abdomen, aunque también se puede aplicar en otras zonas del cuerpo como la pierna o la cara externa del brazo, tal y como explican desde HM Hospitales. Para su administración se tienen que seguir los pasos pautados por el profesional sanitario o los que aparecen en la receta del medicamento.
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