1. Limpiar
Una buena base es la clave para una manicura perfecta. Por ello, es necesario una limpieza en profundidad. En primer lugar, eliminar cualquier residuo que haya sobre la uña utilizando un algodón con quitaesmalte. Si queda en la uña algún resto de crema, de aceite o de agua, no dejará al esmalte adherirse bien. Es importante lavarse las manos con agua y jabón después. Pero, lo esencial es esperar hasta que la uña esté seca para aplicar el color. Si está húmeda se expandirá, y cuando se seque se hará más pequeña y el esmalte se agrietará.
2. Hidratar y preparar
Las uñas hidratadas mantienen más tiempo el esmalte intacto. Para conseguir esta hidratación, es necesario aplicar un aceite o crema hidratante específica para las uñas y las cutículas. Estos productos son muy grasos por lo que se recomienda hacer este paso el día o la noche de antes. También se puede añadir a la rutina de belleza, y aplicarlo un par de veces al mes. La preparación consta en quitar la cutícula y pulir la uña. Se lima empezando por el borde libre y luego los laterales, siempre en la misma dirección.
3. Aplicar una base
Para que el color se fije mejor utilizaremos una base. Actúa como protección, ya que tiene nutrientes que disminuirán los efectos nocivos del esmalte sobre la uña. Hay que aplicarla por toda la uña, prestando especial atención en el borde. Las bases pueden cumplir varios propósitos como: blanquear, fortalecer, alisar o nutrir. Se recomienda buscar aquella que más encaje con tus necesidades. Asimismo, es primordial dejar que este producto se seque antes de seguir con la manicura.
4. Doble capa de color
A la hora de aplicar el color, lo mejor es darlo en dos capas. Es importante que sean pinceladas finas, ya que si son gruesas es más fácil que salte el color, y esperar a que la primera esté seca para aplicar una segunda. Además, favorece a que el color se vea con más intensidad. Para pintar la uña, se recomienda empezar cerca de la cutícula, desde el centro de la uña hasta la punta y después los laterales, evitando pasar varias veces por la misma zona.
5. Utilizar un fijador
El fijador o top coat es el producto final de nuestra rutina de esmaltado. Su función es proteger el color del desgaste y evitar que el esmalte se raye. Se trata de un producto de secado rápido que añadirá ese brillo de salón de belleza tan difícil de conseguir. Aplicándolo igual que el esmalte, en este caso se debe hacer hincapié en el borde de la uña ya que es la parte que más golpes recibe. Este gesto ofrece una protección extra, ya que aísla la uña del agua, uno de los principales causantes de que la manicura dure menos.
6. Esperar
Lo más duro es siempre la espera. Es necesario tener paciencia al final para no echar por tierra todo el trabajo. Lo mejor, mantener las manos quietas hasta que el color esté completamente seco, y evitar fuentes de calor cercanas ya que pueden reblandecer el esmalte. Además, es recomendable esperar entre manicuras al menos un par de días para que la uña no se debilite ni se ponga amarillenta. También está la opción de la manicura permanente o semipermanente, pero igualmente se recomienda una espera mayor entre una vez y la siguiente.
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