Soltar el control es muy gratificante. | Freepik

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«Deja de querer tenerlo todo bajo control». Esta es la invitación que hace la coach de Salud, Marga Almarcha, ya que asegura que pretender controlar todo «desgasta. Y, es que, pensar que lo tenemos todo controlado significa vivir en una lucha por mantener una certidumbre que va en contra del mensaje que nos da la propia vida de que todo es cambio».

Almarcha explica que «nos aferramos a esa idea ilusoria de querer mantener ese control porque en algún momento nos enseñaron que eso nos aportaba seguridad, pero lo que no nos explicaron es que también nos lleva a elevar nuestros niveles de exigencia respecto a todo lo que hacemos y a nuestras relaciones con los demás».

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En este punto, insiste en que «el control desgasta, mientras que soltarlo nos conecta y nos libera». La coach razona que «cuando el control está en medio, jugando la partida con nosotros, nos limita y perdemos la confianza. Dejamos de arriesgar por miedo a no saber lo que puede pasar, aunque eso pueda ser bueno y aportarnos bienestar y felicidad».

Relaciones

En el ámbito de las relaciones personales, el control también puede generar efectos muy perniciosos. «Este control puede empezar a generar ciertas resistencias, a construir un muro que aleje. Esto aumenta la incertidumbre y la desconexión, la distancia entre ambos. Aquí se produce un efecto en cadena, ya que como cuesta mucho vivir en incertidumbre, se aumentan las estrategias de control para que no se vaya la otra persona. Esto provoca el resultado contrario: aumenta la distancia entre ambos».

Almarcha señala que «en las relaciones familiares ocurre algo similar. El control también pasa factura. Cómo padres y madres nos sale de forma instintiva cuidar y a portar seguridad a nuestros hijos, pero en muchos casos lo disfrazamos con un excesivo control que puede generar que los hijos sientan que no se confía en ellos. Es importante romper estas dinámicas priorizando la conexión con ellos: creer que poseen los recursos necesarios para poder hacer las cosas bien y que pueden convivir con la incertidumbre de una manera más natural».

¿Cómo soltar el control?

La coach explica que «soltar el control pasa por darte cuenta de lo que se esconde detrás de esa acción (miedo, falta de seguridad, desconfianza...) y darse cuenta de lo que nos genera a nivel emocional. En parte es asumir las emociones que surgen cuando vivimos sin las certezas que creemos que necesitamos para sentirnos seguros. Y saber que, si soltamos el control tendremos que asumir la responsabilidad de nuestros actos, ya no podremos dejar nuestra felicidad ni bienestar en manos de cómo hagan las cosas los demás».

«Lejos de parecer que el control nos acerca a ese futuro que queremos, nos aleja porque nos limita la posibilidad de adaptarnos con rapidez a lo nuevo que nos suceda, a las sorpresas que nos traiga la vida y que, afortunadamente, no se pueden controlar porque son fruto de la espontaneidad de la misma», declara. En su opinión, «se trata más bien de cultivar tus habilidades y fortalezas, haciéndote cargo de tus debilidades, aprendiendo de tus errores y soltando el resultado. Liberarte del control, pasa por tener la plena confianza de que estás haciendo lo mejor que puedes en cada momento».

Para concluir, Almarcha recomienda «aumentar tu confianza en ti mismo, más allá del resultado, más allá del perfecto o imperfecto; confía más en ti y en lo que eres capaz de hacer, sin dudas… Haz cosas donde pongas en juego tu propia confianza y descubre todos los recursos con los que cuentas».