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Llevamos más de una semana con el corazón en un puño desde que una tromba de agua inundara varios pueblos de Valencia y sembrara la desolación a su paso. Lo acontecido en Valencia pone de manifiesto lo indefensos que estamos ante hechos de esta magnitud, pero también nos ha mostrado, entre otras muchas cosas, el valor de la resiliencia en cada una de las personas que se ha visto afectada por esta tragedia.

Esa capacidad de adaptación y de salir adelante se ha hecho patente al evidenciar cómo, muchas de esas personas que lo han perdido todo, deciden ponerse en marcha, reconstruir y ayudar como pueden, para poder avanzar poco a poco en la construcción de otra realidad. En el proceso y de la mano, la gran tarea de aceptación de todo lo ocurrido. Nuestra vida nos habla de procesos y de acontecimientos, muchos de los cuales nos han ayudado a avanzar porque hemos extraído el mejor de los aprendizajes, pero también nos habla de muchos otros en los que nos hemos mantenido presos, y no se ha conseguido cerrar ese capítulo, dejando en nosotros sentimientos no elaborados. Esa sensación de bloqueo, de ver que no se avanza y que no se consigue pasar página, puede generar a la larga sentimientos incómodos donde la frustración, rabia, impotencia y tristeza cogen más protagonismo del necesario, ocupando gran parte de nuestra vida. Como consecuencia, dejamos de disfrutar y seguimos enroscados en bucle en situaciones que no vamos a poder cambiar.

Y, es que, avanzar va muy de la mano de aceptar la realidad tal cómo viene. Podemos avanzar cuando nos damos cuenta de que el camino está en nuestra capacidad de aprendizaje de las cosas que nos pasan y que nos trae la vida, que la resiliencia es algo que tenemos que cultivar a diario y que el sufrimiento es la puerta a una gran enseñanza si realmente queremos utilizarlo para este fin, asumiendo que habrá una parte de nosotros que dejaremos por el camino en pos de una nueva versión a la que será necesario dar cabida. Porque para sumar, primero hay que restar. Y en ese restar también está la clave de nuestro avanzar, sobre todo si tenemos en cuenta que, para poder avanzar es necesario generar acciones que nos lleven a ello y que conllevarán dejar de elegir algo o a alguien que hasta ese momento había sido una elección.

¿Qué necesitamos para poder avanzar?

Querer dar pasos a ciegas, hace el camino más complicado. Por eso, es importante saber hacia dónde quiero dirigirme, aquí conectar con lo que es importante para nosotros, lo que le da sentido a nuestra vida, es esencial porque nuestras metas y objetivos irán de la mano. A la vez, si queremos que nuestros pasos sean firmes y conscientes, es necesario observar y descubrir qué es exactamente lo que nos frena, lo que nos bloquea. De nuevo, la mirada pasa por descubrir nuestras debilidades y, una vez detectadas, generar acciones para conseguir una mejora.

En el proceso, nos daremos cuenta de la gran cantidad de mensajes negativos que nos decimos, que nos boicotean y que nos alejan de eso que queremos cambiar y que, inevitablemente, será necesario dejarlos atrás. De nuevo la importancia de reformular todo eso que nos estamos contando y que damos por válido, hacia una versión más realista y basada en hechos objetivos y no en creencias interiorizadas.

Aceptar lo que viene, las incomodidades, los obstáculos y las resistencias como desafíos y, como una oportunidad de crecimiento, te ayudará a la hora de afianzar tus pasos. Para ello, es necesario acercarse con curiosidad a lo que nos pasa para, desde esa curiosidad, conectar y desarrollar nuevas habilidades para afrontar los obstáculos cuando se crucen en nuestro camino.

Rodearte de personas que te inspiren, te apoyen, te motiven, te acompañen y te admiren es fundamental para avanzar. Esas personas vitaminas son oro puro en tu proceso, son tu red de apoyo y tu sostén para aquellos momentos en los que tus fuerzas flaqueen. Busca relaciones significativas en las que compartáis valores importantes y que hagan grande tu vida. De nuevo, se repite la máxima de «para sumar, primero hay que restar».

Y, sin duda, lo que nos hace avanzar, es nuestro afán por querer aprender y vivir nuevas experiencias que amplíen tus conocimientos, experiencias y vivencias. El aprendizaje constante nos regala descubrir nuevos horizontes, ser más flexibles y ver el mundo desde una multitud de perspectivas diferentes y no cerrarse a lo conocido que solo nos mantiene en una rigidez poco compatible con el movimiento natural de la vida. Avanzar, es dar pasos de gigante en cada cambio que nos propone la vida, adaptándonos y aceptándolos desde nuestra intención genuina de aprender a ser más resilientes y, así, poder limpiar todo el barro que un día la riada dejó, haciéndonos más fuertes y más valientes y, aprendiendo que, la vida solo es una y es la que estamos viviendo en este momento.