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El calor empieza a apretar en Mallorca. Y aún queda verano por delante. Ante el agobio térmico cada vez más acuciante, crece el interés por aprovechar las vacaciones para huir, en lugar de a destinos tropicales, a lugares frescos, en los que aliviarse con las bajas temperaturas. No hace falta gastarse mucho dinero en viajes a países nórdicos, sino que una escapada nacional puede proporcionar aire fresco y ser, al mismo tiempo, todo un descubrimiento de naturaleza, arquitectura e historia. España es destino predilecto en lo que a costas se refiere, pero si miramos al norte también podemos hallar verdaderas joyas para viajeros, y más si estos andan en busca de frío.

1. Asturias: naturaleza y aventura

Beautiful view of the buildings of Cudillero, Asturies in Spain surrounded by hills
Cudillero, uno de los pueblos más pintorescos de Asturias. Freepik.

La comunidad asturiana es un destino en pleno auge. El turismo nacional está redescubriendo el principado de Asturias, con una popularidad cada vez mayor por sus impresionantes paisajes naturales y la gran colección de pequeños pero encantadores pueblos con aires pesqueros, como Cudillero, Cangas de Onís o Llanes. Asturias ofrece la oportunidad de ser destino para escapadas 'express' de fin de semana, aunque sin duda es ideal para pasar al menos una semana, en la que poder disfrutar por completo de su rica gastronomía (en la que destaca el cachopo, la sidra o los quesos) y del abanico de actividades al aire libre que se pueden realizar: desde el mítico descenso del río Sella en canoa (con itinerarios aptos para familias y otros para los amantes de la adrenalina) hasta excursiones entre lagos y montañas.

2. La montaña palentina y su arte románico

A la izquierda, el castillo medieval de Aguilar de Campóo y a la derecha, la iglesia de Nuestra Señora de Valdegama, del siglo XIII. Fotos: Ayto. Aguilar de Campóo.

Así como Asturias cada vez es un destino más popular, la montaña palentina sigue siendo una joya aún por descubrir para el público general. Si lo que se busca, además de frío, es huir también de la masificación turística, este es el destino ideal. A los pies de los Picos de Europa, que separan el norte de Castilla y León con Cantabria, todo el área del norte del municipio de Palencia alberga una de las mejores colecciones de arte románico en estado puro del mundo. La zona está repleta de castillos, iglesias y pequeñas construcciones con un milenio de historia y en increíble estado de conservación. La mejor forma de explorar este desconocido territorio es mediante una ruta por carretera, con la que ir visitando los núcleos urbanos y los pequeños y dispersos vestigios de arte románico. Sin duda, un viaje diferente, lejos de típicas rutas turísticas. Palencia ofrece desconexión total en el mundo rural e inmersión en la historia.

3. Cantabria: yacimientos arqueológicos y pueblos con encanto

Calles de Santillana del Mar, en Cantabria.

Montaña, mar y diferentes localizaciones de enorme belleza forman la oferta turística de Cantabria, que más allá de Santander y su playa de El Sardinero, ofrece conjuntos monumentales como Santillana del Mar, aunque también buenas dosis de historia como las cuevas de Altamira, uno de los conjuntos prehistóricos más conocidos del mundo. Cabárceno y su oportunidad para conectar con el medio ambiente y la fauna es otro de los lugares imprescindibles, además de sus pueblos de montaña e interior, sin dejar de lado la costa.

4. Ruta por la cultura vasca y buena gastronomía

Sin lugar a duda, el País Vasco es un lugar en el que cultura, gastronomía y paisaje se entremezclan para brindar una oferta única, en la que la gastronomía juega un papel fundamental como complemento. Bilbao, Vitoria y San Sebastián la ofrecen en sus calles, bares y restaurantes, además de brindar la ocasión de conocer marcos como la playa de La Concha o el icónico museo Guggenheim, visita obligada. Las mejores carnes forman la oferta principal. El encanto de los pueblos de costa es otra de las paradas que en una escapada por Euskadi no puede faltar. Un escenario en el que la singularidad de su cultura y sus paisajes lo convierten en un destino indispensable.