La vida profesional de Carlos Àngel Roa no ha sido un camino de rosas. Llegar como llegó él a convertirse en uno de los mejores porteros del mundo tiene mucho más mérito si se analizan las tremendas dificultades que ha debido superar durante su etapa profesional. El primer gran hándicap llegó con un maldito mosquito. Roa sufrió paludismo cuando emergía su figura en el fútbol argentino. Se quedó seco, sin fuerza, en los huesos. La ayuda de su familia, su enorme fe y el no arrojar nunca la toalla, fueron determinantes para recuperar a un futbolista que debía empezar otra vez de cero. Carlos arrancó otra vez y no tan sólo se recuperó, sino que emergió de su interior la figura de un profesional enorme, llamado para la gloria y cuyo nombre estaba elegido a buscar acomodo entre los mejores.
Reial Mallorca
El héroe que quiso volver: Roa
Desde su vuelta, Roa ha visto cómo el infortunio ha sido compañero de viaje
18/08/01 0:00
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