En un encuentro de ida y vuelta, atacado por las urgencias, el
Mallorca sobrevivió al empuje del Madrid y sólo su falta de
clarividencia en el último remate le impidió desnudar al campeón.
Fue un choque con fases galácticas, condicionado por los elementos
y con dos equipos atrevidos. Fue tan abierto que en el descuento,
en un margen de apenas minuto y medio, ambos pudieron encontrar
petróleo (1-1).
El Mallorca se sostiene gracias a Etoo y Luque, y Kresic lo
sabe. Dispuso un once apañado de cintura para abajo y que cedió el
balón desde el principio con el único propósito de que sus puntas
buscaran oro al contragolpe. Allí reside el principal argumento
balear y allí logró rescatar el partido. El aspecto del partido
cambió coincidiendo con el cierre del primer acto. En la primera
gran aparición de Etoo en ataque, Novo encontró un hueco en el área
y su latigazo se estrelló con los guantes de Carlos Sánchez, un
debutante con pinta de llevar toda la vida en esto (minuto 31).
Cinco minutos más tarde, y en una de las múltiples diagonales que
marcó Paunovic, Luque rompió por el corazón de la zaga blanca y su
sutil vaselina fue a encontrarse con el laguero. El Mallorca había
dado un paso al frente y el Madrid se había desordenado.
Del Bosque quiso recuperar el esférico tras el descanso y situó
a Zidane más cerca del círculo central. La irrupción del francés le
dio vida a Roberto Carlos por el flanco izquierdo y el conjunto
blanco tardó diez minutos en darle un golpe al partido. El
brasileño metió una diagonal al desmarque de Raúl y el madrileño
aplicó su sentido del remate con un escorzo perfecto (minuto 55).
El Mallorca se tambaleaba y el Madrid amenazó con pasar el
rodillo.
Fue entonces cuando apareció Etoo. El delantero camerunés
encontró un espacio por la derecha, lanzó una carrera vertiginosa y
su servicio lo empujó Luque a la red (minuto 69). El Mallorca había
resucitado con el mismo antibiótico de siempre, alimentado por sus
dos arietes.
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