La comodidad con la que se ha superado la primera fase del Mundial
y el espíritu que contagia Camacho a todo aquel que se enfunda la
zamarra nacional ha multiplicado el interés por la selección
española, interés del que no son ajenos futbolistas que hicieron
historia hace medio siglo o deportistas baleares de élite.
Las valoraciones de Zoco, Pereda, Ramallets, Oviedo, Peña,
Llagostera, Rodríguez y Vives se resumen en dos pilares: el
nerviosismo que se pasó frente al televisor y la gran actuación que
tuvo Iker Casillas.
Nuestros protagonistas son optimistas sobre el futuro de España
en el Campeonato del Mundo aunque con la boca pequeña. La tendencia
generalizada es que hay un buen bloque que se entrega hasta el
pitido final y que tiene facilidad para hacer gol, pero todos
recuerdan que el camino hasta la final es complicado.
Hasta el encuentro de ayer las decisiones de Camacho eran
indiscutibles pero la ausencia de Nadal en el once titular y los
cambios introducidos en la segunda mitad abrieron de nuevo el
debate. Nadie duda que Corea o Italia serán un rival complicado,
pero el deseo es ver a España jugando la final del Mundial.
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