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El responsable de los servicios jurídicos y a la vez secretario del consejo de administración del Real Mallorca, Joan Buades, confirmó a esta redacción la intención del club de llegar hasta la división de la cosa común y dejar de ser inquilino del estadio Lluís Sitjar, siempre aguardando la resolución del recurso presentado sobre la reciente sentencia que da la razón a los copropietarios, aunque ese resultado no va a variar los planes de la SAD balear. El prestigioso abogado ratificó que «el Mallorca ha apelado la sentencia y tiene un dato evidente en sus manos, y es que el Mallorca B necesita jugar en un campo en condiciones y para ello, se va a acondicionar Son Bibiloni. Se construirán gradas y se prepararán los vestuarios y su traslado será efectivo». Al mismo tiempo, Buades no dudó en afirmar que «si los copropietarios no nos quieren, nos iremos, pero vamos a pedir la división de la cosa común. Estamos un poco cansados de que siempre nos generen problemas, pero no nos queda más remedio. De esta forma, se vendería el campo en una subasta, algo que nadie quería, pero a lo que hemos tenido que llegar por las circunstancias acaecidas».

Si una cosa tiene claro el club mallorquinista es que «esta situación no la hemos forzado nosotros. Los que han puesto la demanda y todos los que les siguen lo han provocado. Con todo ello, tampoco mantendremos a los copropietarios en Son Moix si la justicia nos da la razón, cosa que esperamos, pese a que no va a variar nuestro pensamiento», dijo Buades.

Al mismo tiempo, el rostro visible del departamento jurídico mallorquinista manifestó el malestar existente en los despachos ante la actitud mostrada por los copropietarios, y dejó ver que «si fuera por mí y otros miembros del consejo, el uno de enero entregábamos las llaves y no volvíamos a jugar, pero hay condicionantes que lo impiden. No tenemos la menor intención de hacernos con la propiedad del estadio en la subasta, pues aunque muchos piensen lo contrario y se hayan generado diversos intereses y comentarios, no es un buen negocio. La Falca Verda le lleva la mitad del terreno, y para nosotros, su mantenimiento supone un elevado desgaste y un coste económico añadido que asciende a cerca de treinta millones de pesetas anuales», manifestó.

Lo que tienen claro Buades y sus compañeros de departamento es que el Real Mallorca tiene sus días contados en el emblemático campo de la Plaça Barcelona, algo que adquirirá forma definitiva una vez que se obtenga respuesta al recurso que se redacta cara a defender sus derechos ante los pretendidos por los copropietarios. «Insisto en que es una pena que tengamos que llegar a este extremo, pero algunas actitudes lo han provocado», concluyó un Joan Buades que tiene muy claro el camino a seguir por parte del club mallorquinista cara a resolver definitivamente este interminable conflicto.