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Albert Orfila / Fernando Fernández
El Real Mallorca ha decidido abandonar el estadio Lluís Sitjar y luchar por la división de la cosa común, poniendo punto y final a uno de los contenciosos más complejos y dolorosos que ha debido afrontar el club en las últimas temporadas. La SAD balear, que recientemente sufrió un revés en los tribunales dentro del contencioso que dirime desde hace varios años con la Asociación de Copropietarios, baraja varias opciones que adquirirán forma si el recurso planteado ante la decisión en firme del Juzgado de Primera Instancia número diez no da los frutos esperados desde los servicios jurídicos de la entidad mallorquinista.

Los servicios jurídicos tratarán de conseguir la división de la cosa común, circunstancia que los copropietarios ya han dejado ver en más de una oportunidad en sus reuniones periódicas, aunque observando la gravedad de los hechos, y después de haber recurrido la última resolución sobre este caso, se trabaja desde los despachos de Son Moix para dejar de hacer uso del Lluís Sitjar tanto si el proceso sigue su curso como si no lo hace, con lo que sus copropietarios perderían la totalidad de los derechos fijados en la sentencia del pasado 29 de noviembre. Las circunstancias han obligado a reconducir la situación y plantearse el futuro de una instalación fruto de innumerables comentarios sobre su enorme valor urbanístico y cuyo mantenimiento supone un lastre para el Real Mallorca. Los problemas que han tenido a lo largo de las últimas temporadas los miembros de la Asociación de Copropietarios del Lluís Sitjar y el Real Mallorca han pasado por diferentes fases, aunque la vía legal que han seguido los primeros no parece haber agradado en el seno del club, que ya ha puesto en marcha la maquinaria legal para lograr la división de la cosa común, una subasta pública que supondrá el primer paso en vistas a solucionar un problema que se ha perpetuado en el tiempo y que ha generado hondas fisuras entre las partes implicadas en un entramado legal que finalizará con el Real Mallorca fuera de su hábitat natural y con el que ha sido su hogar a disposición pública en el que se antoja como el peor de los desenlaces deseados.

La sentencia en cuestión obligaba al Real Mallorca a facilitar a los poseedores legítimos de títulos de propiedad del campo un pase para presenciar los encuentros que como local dispute el conjunto rojillo, en Son Moix u otro estadio, además de obligar a indemnizar a los copropietarios que tuvieron que pasar por taquilla en las últimas temporadas a la hora de hacerse con un abono, pese a que algunos aceptaron la oferta planteada por el Real Mallorca, que les entregó un pase vitalicio a cabio de ceder su título. Esta obligación tiene vigor mientras la entidad haga uso regular del estadio Lluís Sitjar, de cuya administración se responsabiliza a día de hoy y que viene siendo escenario cada fin de semana de los encuentros que disputa el filial de Toni Cazorla y el conjunto de División de Honor Juvenil, además de ser lugar de entrenamiento de algunos de los rivales ligueros del Mallorca. La Ciudad Deportiva Antonio Asensio será la alternativa y para ello se acondicionará para que a partir de la temporada 2004/05 sea escenario de sus partidos oficiales, certificando el adiós oficial al Sitjar.