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El devenir del Drac Inca al filo del ecuador de la competición regular no invita al optimismo. El cuadro balear se halla sumido en una delicada situación clasificatoria y tras ser vapuleado en Los Barrios (91-74) afronta un mes de enero que puede ser vital para el desenlace del curso. Dos encuentros consecutivos en el Palau -ante CAI Zaragoza y Melilla- suponen un examen demasiado exigente para un grupo que en tierras andaluzas pecó de flexible en defensa y careció de actitud y de ese espíritu que le llevó a doblegar al León cuando nadie apostaba por los de es Raiguer.

Stevie Johnson parece haber adquirido el ritmo de competición después de que se barajase seriamente la posibilidad de hacer efectivo su corte. La aparición del alero estadounidense y el papel de líder que ha adquirido Jesse Young en ausencia de Bulfoni han otorgado mayor credibilidad a un plantel que tendrá que realizar un trabajo extra al deber superar ebasket average con rivales directos en la pugna por evitar la fatídica última plaza y una eliminatoria por la permanencia que no será tan asequible como la de la pasada temporada. Con todos estos alicientes y mucho trabajo por hacer, el equipo goza de unas breves vacaciones que finalizarán el día 27, fecha en la que la cita frente al CAI (domingo 4, 18:30 horas) debe ser la única preocupación de un equipo que no acaba de encontrar la regularidad en una Liga igualada como jamás lo había estado y que en un margen de dos victorias condena al descenso o a los playoffs por el título, algo a lo que el Drac Inca no podrá aspirar.

Pero al margen del calendario, el rastro que ha ido dejando el conjunto gualdinegro deja un balanca que invita a la reflexión. Derrotado por sus rivales más directos y endeble lejos del Palau, Drac Inca deberá realizar un profundo ejercicio de autocrítica para recuperar el pulso ante los aragoneses, uno de los bloques más compactos de la LEB, y evitar el naufragio frente al Melilla en un choque que ha adquirido una trascendencia desmedida.