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Presa de una extraña dinámica, el Drac Inca sigue instalado en tierra de nadie. Lejos de las series de ascenso, pero demasiado cerca de la zona pantanosa. El cuadro balear, que el miércoles sacó adelante de forma autoritaria un partido clave -ante el Cantabria Lobos-, buscará esta mañana en el Pabellón Municipal de Algeciras algo más de combustible para su depósito.

Topará el Inca con un rival que ha entrado en barrena (cinco derrotas consecutivas) y que poco tiene que ver con el solvente Algeciras que irrumpió en la competición. Tras flirtear con los mejores del torneo, el cuadro andaluz entró en barrena y nada parece poder sacarle de la espira en la que se encuentra. La credibilidad de su entrenador, Porfirio Fisach, está en entredicho y una derrota ante el Drac Inca podría propiciar su destitución.

Metido en una dinámica peligrosa, el Algeciras buscó hace unas semanas un revulsivo incorporando a Anthony Stacey -ocupó el puesto de Mark Poag-, pero la llegada del alero estadounidense, que había iniciado la temporada en las filas del Etosa Alicante (ACB), ha cambiado pocas cosas. Stacey está rubricando unos buenos números, pero su estadística se ha queado en eso, en una buena tarjeta. El Algeciras no gana y se ha situado al borde del precipicio. Es por eso que el partido de hoy ha adquirido una trascendencia excepcional. Eso si, para los dos equipos.