De repente, casi sin darse cuenta, se encontró de cara con el
primer gol, con un regalo en su primera aproximación en terreno
enemigo. Leo Franco sacó de puerta, Cruchaga no acertó en su
despeje y Andrija Delibasic sacó a paseo su zurda para conectar un
chut ajustado que sorprendió a Sanzol.
El montenegrino volvía a dar buenas noticias después de una
racha de escasa inspiración y desacierto contumaz. El tanto de
Delibasic truncaba una sequía de 42 años sin marcar en Pamplona en
un partido de Primera División. Ese primer gol sumergió al Mallorca
en la molicie y la autocomplacencia. Su bajada de tensión resucitó
a Osasuna. El grupo navarro apeló al fútbol directo, al balón
largo, al juego de rechace. El maltrecho césped de El Sadar, con
restos de la nevada caída en tierras navarras en las últimas horas,
no estaba para filigranas.
Iván Rosado asustó a Leo Franco a los doce minutos tras una
falta y cuatro minutos después, también a balón parado, Osasuna
tiró de pizarra para empatar. Fue después de una acción ensayada
que también figura en el manual de Luis. Puñal sacó una falta,
Aloisi se desmarcó, recibió en el punto de penalti y, sin
oposición, selló el empate. Quince minutos, dos errores de bulto y
un gol para cada equipo. Tras ese empate, el Mallorca se vio
superado por todo el campo. Empezando por el centro, donde
Guillermo Pereyra y Gonzalo Colsa sacaron bandera blanca ante
Alfredo y Puñal, netamente superiores. Por las bandas, Campano y
Nené se contentaron con intentar carreras imposibles de cuarenta
metros. En ataque, Osasuna tuvo un agujero por el centro, la zona
de Cruchaga. Las dudas del capitán navarro cada vez que el balón
merodeaba su zona daban vida a Delibasic y Etoo.
Osasuna tiró de pizarra y rozó el segundo gol. Ahora, un disparo
alto de Moha, después una falta magistralmente lanzada por Puñal
que murió en el guante izquierdo de Leo... El partido se convirtió
en un monólogo navarro. Los balones al área de Franco monopolizaron
el tramo final del primer tiempo. Osasuna se había dado cuenta de
que un simple pelotazo al área era suficiente para hacer sudar a su
adversario.
Nadal tampoco vivió su mejor tarde. Cada balón a su espalda era
sinónimo de peligro. El manacorí, además, vio una amarilla al
ecuador de la primera parte y se arriesgó a la expulsión con un par
de faltas y discusiones. En el centro del campo, nadie era capaz de
mover el balón con sentido. Pereyra y Colsa se cansaron de
perseguir camisetas rojas y de mirar al cielo ante el bombardeo de
pelotazos. Delibasic y Etoo, que llegó a moverse a la altura del
doble pivote durante una importante porción del encuentro, apenas
entraban en juego y la zaga tiritaba ante cualquier balón
largo.
Tres minutos antes del descanso, Aloisi rozó el segundo. El
australiano encaró, se cambió el balón de pierna y soltó un zurdazo
que salió rozando el larguero. El Mallorca salió del descanso con
más descaro y se adueñó del balón en los primeros instantes. Etoo y
Delibasic se asociaron y el camerunés lo probó con un chut que
salió desviado. Luis cambió completamente las bandas. Cansado de la
apatía de Nené y Campano, el técnico madrileño metió en la arena a
Toni González y Finidi. Segundos después, otro error de Cruchaga
ante Samuel Etoo acabó con un disparo del camerunés que se estrelló
en el cuerpo del central.
Osasuna respondió con una jugada de Aloisi que resolvió Iván
Ramis. El aplomo del pobler es extraordinario. En su segundo
partido en Primera, Ramis ya parece el jefe de la zaga. En el
minuto 65, Colsa dispuso de una clarísima ocasión. Delibasic,
escorado en la derecha, metió un centro al área, donde el cántabro,
que entró solo, conectó un remate forzado que salió rozando el
larguero. Fue la mejor ocasión isleña tras el primer gol. El
partido, paso a paso, se iba tumbando al lado navarro. Osasuna bajó
el pistón, cedió ante la mejor presión mallorquina.
Aguirre metió a Morales para tratar de rentabilizar los balones
colgados. Y Luis apostó por Marcos para asegurar la posesión. En
los intantes finales, el Mallorca aguantó el asedio gracias a la
mala puntería de Rivero. El argentino se encontró con un balón que
envió a la esquina ante la desesperación de una grada. En apenas
cinco minutos, el Mallorca truncó la sequía goleadora que le
perseguía en sus visitas a El Sadar. El montenegrino Andrija
Delibasic fue el autor del primer gol isleño en Pamplona desde
1962, cuando perdió 4-1. Desde entonces, el grupo balear se había
quedado sin marcar en sus visitas al feudo navarro.
El empate de ayer supone la tercera igualada, la segunda
consecutiva, que agarra el conjunto isleño en Pamplona, donde nunca
ha conseguido celebrar la victoria en un partido de Primera
División. El maleficio, por lo tanto, continuará una temporada
más.
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