Delibasic, Nené y Poli festejan el tanto del serbio. Foto: FÉLIX ORDÓÑEZ

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Carlos Montesdeoca (Pamplona)

De repente, casi sin darse cuenta, se encontró de cara con el primer gol, con un regalo en su primera aproximación en terreno enemigo. Leo Franco sacó de puerta, Cruchaga no acertó en su despeje y Andrija Delibasic sacó a paseo su zurda para conectar un chut ajustado que sorprendió a Sanzol.

El montenegrino volvía a dar buenas noticias después de una racha de escasa inspiración y desacierto contumaz. El tanto de Delibasic truncaba una sequía de 42 años sin marcar en Pamplona en un partido de Primera División. Ese primer gol sumergió al Mallorca en la molicie y la autocomplacencia. Su bajada de tensión resucitó a Osasuna. El grupo navarro apeló al fútbol directo, al balón largo, al juego de rechace. El maltrecho césped de El Sadar, con restos de la nevada caída en tierras navarras en las últimas horas, no estaba para filigranas.

Iván Rosado asustó a Leo Franco a los doce minutos tras una falta y cuatro minutos después, también a balón parado, Osasuna tiró de pizarra para empatar. Fue después de una acción ensayada que también figura en el manual de Luis. Puñal sacó una falta, Aloisi se desmarcó, recibió en el punto de penalti y, sin oposición, selló el empate. Quince minutos, dos errores de bulto y un gol para cada equipo. Tras ese empate, el Mallorca se vio superado por todo el campo. Empezando por el centro, donde Guillermo Pereyra y Gonzalo Colsa sacaron bandera blanca ante Alfredo y Puñal, netamente superiores. Por las bandas, Campano y Nené se contentaron con intentar carreras imposibles de cuarenta metros. En ataque, Osasuna tuvo un agujero por el centro, la zona de Cruchaga. Las dudas del capitán navarro cada vez que el balón merodeaba su zona daban vida a Delibasic y Etoo.

Osasuna tiró de pizarra y rozó el segundo gol. Ahora, un disparo alto de Moha, después una falta magistralmente lanzada por Puñal que murió en el guante izquierdo de Leo... El partido se convirtió en un monólogo navarro. Los balones al área de Franco monopolizaron el tramo final del primer tiempo. Osasuna se había dado cuenta de que un simple pelotazo al área era suficiente para hacer sudar a su adversario.

Nadal tampoco vivió su mejor tarde. Cada balón a su espalda era sinónimo de peligro. El manacorí, además, vio una amarilla al ecuador de la primera parte y se arriesgó a la expulsión con un par de faltas y discusiones. En el centro del campo, nadie era capaz de mover el balón con sentido. Pereyra y Colsa se cansaron de perseguir camisetas rojas y de mirar al cielo ante el bombardeo de pelotazos. Delibasic y Etoo, que llegó a moverse a la altura del doble pivote durante una importante porción del encuentro, apenas entraban en juego y la zaga tiritaba ante cualquier balón largo.

Tres minutos antes del descanso, Aloisi rozó el segundo. El australiano encaró, se cambió el balón de pierna y soltó un zurdazo que salió rozando el larguero. El Mallorca salió del descanso con más descaro y se adueñó del balón en los primeros instantes. Etoo y Delibasic se asociaron y el camerunés lo probó con un chut que salió desviado. Luis cambió completamente las bandas. Cansado de la apatía de Nené y Campano, el técnico madrileño metió en la arena a Toni González y Finidi. Segundos después, otro error de Cruchaga ante Samuel Etoo acabó con un disparo del camerunés que se estrelló en el cuerpo del central.

Osasuna respondió con una jugada de Aloisi que resolvió Iván Ramis. El aplomo del pobler es extraordinario. En su segundo partido en Primera, Ramis ya parece el jefe de la zaga. En el minuto 65, Colsa dispuso de una clarísima ocasión. Delibasic, escorado en la derecha, metió un centro al área, donde el cántabro, que entró solo, conectó un remate forzado que salió rozando el larguero. Fue la mejor ocasión isleña tras el primer gol. El partido, paso a paso, se iba tumbando al lado navarro. Osasuna bajó el pistón, cedió ante la mejor presión mallorquina.

Aguirre metió a Morales para tratar de rentabilizar los balones colgados. Y Luis apostó por Marcos para asegurar la posesión. En los intantes finales, el Mallorca aguantó el asedio gracias a la mala puntería de Rivero. El argentino se encontró con un balón que envió a la esquina ante la desesperación de una grada. En apenas cinco minutos, el Mallorca truncó la sequía goleadora que le perseguía en sus visitas a El Sadar. El montenegrino Andrija Delibasic fue el autor del primer gol isleño en Pamplona desde 1962, cuando perdió 4-1. Desde entonces, el grupo balear se había quedado sin marcar en sus visitas al feudo navarro.

El empate de ayer supone la tercera igualada, la segunda consecutiva, que agarra el conjunto isleño en Pamplona, donde nunca ha conseguido celebrar la victoria en un partido de Primera División. El maleficio, por lo tanto, continuará una temporada más.