El Mallorca se está acostumbrando a vivir al borde del precipicio.
El club apuesta por la cautela para manejar uno de sus momentos más
delicados desde que regresó a la nobleza de la Liga hace casi siete
años. Sin dramatismo, aplicando la serenidad, pero consciente de la
fina línea que le separa deinfierno, la SAD balear mira al futuro
con relativo optimismo, a pesar de que los números señalan el
presente curso como el peor desde el retorno a Primera División. No
había sumado tan pocos puntos (33) a estas alturas; es su peor
temporada en Son Moix -sólo cinco victorias- y apenas ha ganado dos
partidos en 2004.
En tiempos de zozobra, la mirada crítica enfoca directamente al
banquillo. En el club confían en la experiencia de Luis Aragonés,
que anteayer dirigió su partido 750 en la máxima categoría, como
principal aval para aliviar la situación. El máximo accionista,
Bartomeu Cursach, reiteró la semana pasada en las páginas de este
diario que Luis tiene un contrato a su disposición. El técnico, sin
embargo, ha aplazado cualquier compromiso hasta que «no haga los
deberes».
El día después del empate ante la Real Sociedad, en una cita
calificada de trascendente para allanar el camino de la
permanencia, desembocó en una calma tensa. En el club existe
«preocupación» por la situación, pero confianza en mejorar el
rendimiento en las próximas jornadas.
El calendario inmediato aparece despejado. En las próximas
cuatro jornadas, el grupo balear se mide a un par de equipos
situados en tierra de nadie. El próximo domingo, el Mallorca visita
al Real Betis, a quien derrotó en la primera vuelta; el próximo
visitante en Son Moix será el Villarreal, que todavía mantiene
alguna esperanza de ir a Europa. Los dos siguientes rivales serán
el Valladolid, que también huele de cerca el peligro, y el Málaga,
sin aspiraciones ni inquietudes clasificatorias.
Los jugadores se aislaron del entorno en su día libre. El cuerpo
técnico repasó los errores del partido ante el conjunto
donostiarra. Y los 21.600 espectadores que practicamente llenaron
Son Moix monopolizaron tertulias con opiniones contradictorias.
Los más optimistas apuestan por una botella medio llena, mirar
la clasificación y comprobar que el equipo está un punto más lejos
del descenso, queda una jornada menos y la próxima jornada puede
escalar hasta tres posiciones si los resultados acompañan. Otros,
los pesimistas, divisan un horizonte cargado de nubarrones, con la
posibilidad tangible de bajar ainfierno si el próximo domingo
pierde ante el Betis en el Ruiz de Lopera y el Espanyol se impone
al Albacete en Montjuic...
En el club, mientras tanto, siguen trabajando de cara al futuro.
La última cita transmitió sensaciones contradictorias. La depresión
de la primera parte quedó amortiguada con la mano de Jesús Perera
en el tanto del empate y los buenos minutos posteriores. La entrada
del delantero extremeño y de Delibasic le dio al ataque la
profundidad que requería el grupo.
Los cambios introducidos por Luis surtieron el efecto deseado. Y
es que por primera vez en la presente temporada, el Mallorca logró
puntuar gracias a un gol conseguido por un jugador procedente de la
suplencia. El tanto de Perera le proporcionó al Mallorca un empate
que al menos le permite ganar el golaverage a la Real Sociedad.
Correa, Bruggink, éste en dos ocasiones, y el propio Perera habían
marcado saliendo desde el banquillo, pero sus goles no tuvieron
efectos tangibles en el marcador, bien porque no evitaron la
derrota o porque la victoria ya estaba en el bolsillo.
La respuesta de la afición fue, sin duda, lo mejor de la cita
dominical. El público respondió al llamamiento y selló la segunda
mejor entrada de la temporada, una asistencia masiva sólo
comparable a la que arrastra el Real Madrid. El club agradece a la
grada su apoyo e incluso Luis Aragonés señaló tras el partido que
el gol lo había marcado el público.
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