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MACCABI 118
SKIPPER BOLONIA 74

MACCABI (31+24+25+38): Baston (9), Vujcic (9), Parker (21), Burstein (17), Jasikevicius (18) -cinco inicial-, Bluthenthal (20), Shelef (2), Halperin (7), Sharp (9), Sundov (4), Ben Chimol (2) y Thomas (0).

SKIPPER (13+17+21+23): Mottola (7), Basile (10), Smodis (2), Vujanic (21), Delfino (6) -cinco inicial-, Spiegel (3), Mancinelli (3), Pozzecco (10), Lorbek (7), Guyton (0), Belinelli (3) y Prato (2).

Àrbitros: Koukoulekidis (GRE), Belosevic (SCG) y Brazauskas (LIT). Sin eliminados.

Efe|TEL AVIV

El Maccabi Tel Aviv pasó por encima del Skipper Bolonia en una final que nunca existió, por la enorme diferencia que hubo entre los dos equipos, y que significó el cuarto título de la máxima competición continental para los israelíes, aunque el conseguido en la temporada 2000-01 lo fue en la Suproliga.

El Maccabi salió en tromba, con un Jasikevicus especialmente metido en el partido y autor de los dos primeros triples de su equipo, que lanzaron a su equipo y la euforia de los aficionados macabeos. Tal fue su pasión que a los cinco minutos ya había cometido tres faltas personales y tenía que ir al banco.

Sin embargo, el Maccabi lejos de amedrentarse siguió disparando las ventajas en el marcador porque el Skipper no estaba acertado de cara al aro y demostraba que la defensa no es lo suyo. Los italianos no hacían sino mirarse unos a otros como preguntándose qué era lo que pasaba, sin poder frenar el vendaval amarillo.

Al final del primer cuarto el Maccabi tenía medio título en el bolsillo (31-13) y su moral crecía como la espuma, permitiendo a sus jugadores intentar casi todo y que la mayoría de los balones acabaran en la canasta del rival.

Como dato baste señalar que Bluthenthal clavó un triple en el último segundo del primer cuarto ante la inoperancia de la defensa del Skipper que no hizo nada por evitarlo, teniendo en cuenta que los israelíes sacaron de banda y que Bluthenthal recibió solo para anotar.

En el segundo cuarto, el Skipper recurrió a una zona para intentar cortar la hemorragia de puntos que estaba sufriendo, sobre todo por parte de Bluthenthal y Parker, ante el delirio de la grada que estaba viviendo una final feliz y sin ningún sobresalto.

Sin poder recurrir a una defensa numantina, por su falta de actitud y aptitud, el único punto de apoyo del equipo italiano era su ataque, pero los tiros no entraban y las rentas del Maccabi se estabilizaron en los veinte puntos que le daban una gran tranquilidad y confianza.

Al descanso, el marcador era claro 55-30. No había partido, no había final y lo peor de todo es que en las caras de los jugadores del Skipper no había rabia, sino conformismo. En la continuación, más de lo mismo. El partido no existía, la final era una caricatura y el Maccabi estaba pasando por encima a un Skipper que sólo tenía el recurso de lanzamientos de triples desde ocho metros. Hasta los aficionados israelíes se cansaron de celebrar el título por anticipado. Con 80-51 al final del tercer cuarto, los italianos sólo pensaban en que el suplicio a que estaban siendo sometidos se acabara cuanto antes. Con los brazos abajo, los italianos intentaron soportar el paso de los minutos hasta llegar al 118-74 final.