Elena Gómez, durante su ejercicio de paralelas en el Indoor Hall de Atenas. Foto: LOUISA GOULIAMAKI
Fernando Fernández (Atenas)
El deporte está plagado de injusticias que no tienen remedio. No se
puede mirar atrás, rebobinar la cinta y corregir. Y en unos Juegos
Olímpicos es cuando un fallo, por mínimo que sea, te acaba costando
caro, a veces demasiado. El equivalente a muchos años de
entrenamiento, sacrificio y dedicación a un deporte que te da la
vida, pero a veces te arrebata la gloria. Ayer, el planeta se quedó
boquiabierto. Elena Gómez Servera, la mejor gimnasta española de
todos los tiempos y, aunque en Atenas no se cuelgue una de esas
medallas a las que nos ha acostumbrado, un referente universal para
las gimnastas que quieren algún día llegar a ser como ella, se caía
de la final de suelo.
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