Tuni, tendido sobre el terreno de juego, en una secuencia del partido de ayer. Foto: MONSERRAT

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Tiró el Mallorca de todo su arsenal, de su mejor versión en el arranque y ni aún así le llegó para masticar una victoria. Porque ganar parece una empresa excesiva para este equipo, un bloque sin dientes que dejó escapar con vida a un enemigo más endeble de lo esperado. Cúper cambió de actores, pero el grupo calcó el guión de partidos precedentes. Malgastó un torrente de ocasiones, entre ellas un penalti que Juan Arango lanzó a la publicidad estática a los tres minutos y un chut al poste de Víctor en el minuto 13, y cerró el partido sin decidirse entre ir hacia arriba o resguardar el empate, un punto que altera su guión perdedor pero que le deja en el fondo del barranco, colista de la Liga (0-0).

Cúper cambió la fachada, abrió las ventanas y oxigenó el once. Tuzzio y Iuliano sellaron la frontera de Prats -el argentino firmó un debut notable- Gutiérrez se destapó como un futbolista diferente, de esos peloteros que agradece la grada por su vistosidad, aunque se quedó sin gasolina. Con más fondo físico, el galgo será una pieza clave en este equipo. Víctor aportó desmarque y Doni distribuyó con criterio. Esa revolución, el plan B diseñado por Cúper para salir de las tinieblas, surtió efecto en los primeros minutos.

Y es que el Mallorca salió valiente y torero. Olvidó defectos de equipo pequeño, se despojó de la etiqueta de colista y quiso morir de pie, con dignidad. Intentó jugar en campo contrario, domesticar el balón y hurtárselo al Racing. El equipo de Preciado perdió de vista la pelota, se dejó dominar, tiró la línea de defensa muy atrás y se sintió asfixiado y sin fuerzas. Una calamidad.