El Mallorca tiene aspecto de cadáver. Lejos de evolucionar y de
hallar en la Copa una vía de escape a su delicada situación
liguera, los de Cúper siguen deteriorándose sin remedio y anoche
recibieron un toque de atención tan vergonzoso como humillante. El
Alcoyano, un equipo de Segunda B que tiene en su técnico a su
máxima figura, bailó y sonrojó a un equipo mezquino, vulgar y sin
ningún tipo de argumento. La Copa ya se ha esfumado, pero lo más
preocupante de todo es que el Villarreal está a la vuelta de la
esquina y que la crisis puede seguir agravándose (4-1).
La primera mitad del Mallorca fue sencillamente lamentable.
Desde que el balón se puso en movimiento, los dos equipos acordaron
un cambio de papeles y el conjunto de Héctor Cúper se vio
desbordado por el ambiente y las reducidas dimensiones del campo
del Collao. En parte también, porque Benigno Sánchez le dio un baño
a su colega argentino en la pizarra y emparejó a dos perros de
presa con los teóricos cerebros rojillos, Farinós y Pereyra. El
valenciano y el argentino se perdieron entre el poblado centro del
campo de los blanquiazules y eso provocó un cortocircuito de
grandes dimensiones en el cuadro balear, que se quedó con la mente
en blanco. Desde ese momento, el Alcoyano empezó a manejar el
partido a su antojo, consciente de que tarde o temprano iba a
arrinconar a su oponente en un callejón sin salida.
A pesar de todo, el Mallorca fue el primero en arrimarse a la
línea de fondo y dispuso de una opción que hubiera sido clave en el
desarrollo del partido. Farinós controló un balón en la frontal de
área y ante la falta de desmarques probó fortuna con un disparo
sesgado que se escurrió entre los guantes de Maestro. El meta del
Alcoyano sacó finalmente la bola con muchos problemas y después de
que ésta hubiera superado, al menos parcialmente, la línea de gol.
El asistente, que tenía perspectiva inmejorable de la jugada, no se
inmutó y todo se quedó en un gol fantasma (minuto 4).
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