No poder coger a su hijo de la cuna le impulsó a hacer deporte después de que con 32 años le diagnosticaran esclerosis múltiple. A Ramón Arroyo (1971) un médico le dijo que no podría correr 200 metros y se rebeló contra la enfermedad hasta hacer en 2013 en Calella un Ironman (3,86 kilómetros de natación, 180 kilómetros de ciclismo y 42,2 kilómetros de carrea a pie). Su caso dio el salto al cine (100 metros, de Marcel Barrena) y sigue promoviendo la visibilidad de la esclerosis como hizo ayer en la charla que ofreció en el Teatre Xesc Forteza en la iniciativa ‘Afterwork, compartiendo talento' organizada por la federación de la Pequeña y Mediana Empresa de Mallorca (PIMEM). Su libro y su lema lo resumen todo: rendirse no es una opción.
¿Qué papel juega el deporte en su vida?
- Ha sido mi principal medicamento. Ahora hay más información, pero cuando me diagnosticado era una enfermedad crónica, degenerativa e incurable y es crónica, incurable a día de hoy pero potencialmente degenerativa. Estaba prohibido todo y te piden que que te tomes la vida con calma, pero no conozco a nadie que con 30 años lo haga. Decidí que no tenía sentido quedarse quieto porque es alentar a la discapacidad.
¿Por qué hizo un ironman?
- Me dijeron que no podría correr 200 metros y empecé con los 100 de ida y vuelta de casa al metro. Fui ampliando y me convertí en un runner como muchos que caen en el vicio. Un 10K, medias maratones y maratones. Un compañero me dijo de probar con la bici por el equilibrio, la coordinación, trabajar la faja abdominal y con la natación que es más técnica, pero hubo un hito clave. Iba al hospital de día y allí coincides con el llorón, el enfadado, el pasota... tú has sido todos ellos, pero un día llegó un chico con 19 años y le conté mi historia. Para aquel chaval fue un aterrizaje durísimo. Salíe muy enfadado y me pregunté ‘¿qué hago yo?' Nada, quejarme, así que empecé el proyecto para dar más visibilidad y una cara más amable de la enfermedad sin obviar que se trata de una putada que no le deseo a nadie.
¿Es sano hacer un ironman?
- Lo que no es sano es el ‘no hay huevos' y hacerlo en seis meses. Hay que hacerlo con un entrenador, en función de los límites y con objetivo alcanzables. Entre el no sano de un ironman o diez copas es mejor el no sano del ironman. También superamos los límites de colesterol, tabaco, estrés... Lo importante no es la prueba, porque hay momentos de sufrimiento, pero la preparación es una maravilla. La gente dice que no tiene tiempo, lo que tiene es una excusa y lo que no tenemos es tiempo que perder porque un día te sacan la tarjeta roja y te echan del partido.
¿Ha vuelto a encontrarse con el doctor que le dijo que no podría correr 100 metros?
- Sí, pero no me ha dicho nunca nada. Es una eminencia de la neurología, pero no tiene ni idea de la enfermedad y su arrogancia no le permitió darme alternativas. No tengo un mal recuerdo de la historia. Gracias a él... bueno gracias a mi familia y a mí le di la vuelta al calcetín. Me han pasado tantas cosas chulas que no tengo tiempo para el resquemor.
¿Su mejor músculo es la cabeza?
-Sí, estoy convencido, pero es un también hay que trabajarlo. Soy producto de la terapia y no entiendo que no haya clases de psicología desde el colegio.
¿Se siente afortunado?
- Como decía Picasso ‘que la suerte te pille trabajando'. Hemos estado ahí, hemos hecho esfuerzos y nos han pasado muchas cosas y muy grandes. No podía imaginar de que de un proyecto de dos folios en unos años estaría en un estreno en la Gran Vía de una peli inspirada en mi vida. El objetivo era triunfar por redes y descubrí que tengo el síndrome bola de nieve porque el proyecto fue rodando hasta convertirse en algo muy grande. Entrevistas, radio, el informe Robinson... En el décimo aniversario del programa pusieron el mío después del de Nadal y Casillas ¿qué hacemos aquí? Algo hemos hecho, no tan grande como ellos, pero algo hemos hecho.
Hacer un ironman también le ha causado problemas...
- Sí, por ejemplo cuando fui al Instituto Nacional de Salud (INS) para el famoso tribunal, que no es un tribunal sino que es un persona que evalúa y eleva el caso. A mí me reconoció: ‘Tú eres el que ha hecho un ironman'. Sentenciado y sin la incapacidad para mi función habitual. Puedes hacer cualquier cosa un día, pero la esclerosis no es solo lo que se ve. O vas en silla de ruedas o bastón o no te dan la incapacidad. Parece que lo que no se ve no existe, pero hay grandes problemas como la fatiga, que hace que te cueste hablar, razonar... en un trabajo puedes un día pero al otro no y eso no puede ser. Pasa también con el control de esfínteres, que no se ve y no se cuenta. La gran lucha es que sepan evaluar la enfermedad, que tiene el estigma de la silla de ruedas, pero el 80% no la necesitamos y podemos tener alguna discapacidad incluso mayor.
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