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Con un tipo con la cabeza pintada de rojo (Mboula), el Mallorca asestó otro golpe a la Liga y cinceló su liderato. El grupo de Plaza tumbó al Leganés (0-1) y elevó su rastro ganador hasta el infinito. No hay demasiado para comparar. La trayectoria de la escuadra balear resulta demoledora. Juega un partido y lo gana. Poco importa quién esté al otro lado.

Da igual si su adversario amenaza o intimida. O si se presenta pujante. Si lo agarra el Mallorca siempre acaba en la lona. Sucedió hace poco con el Almería, donde Abdón Prats reivindicó su fútbol, y el sábado con el Leganés de Pep Lluís Martí. El pelo de Mboula resultó profético. El desarrollo del duelo resultaba anecdótico. Acabaría siendo rojo. Como siempre.

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El Leganés jugó un buen rato con uno menos. Pero hubiera perdido igual. También lo hubiera hecho si hubiera salido con doce. Este año el Mallorca es casi divino. Indomable. Su racha ha dejado a los madrileños a 9 puntos de distancia. El Sporting necesita un catalejo y apenas Espanyol y Almería resisten la velocidad a la que se maneja el conjunto insular, que ha inoculado la rutina de ganar.

No barrió al Leganés. Ni lo arrinconó. El Mallorca, simplemente, gestionó el partido con oficio y aguardó su oportunidad para apropiarse del botín. Volvió a participar Abdón en la acción que decidió el partido, pero el gol fue de Amath.