El palacio de Holyroode es la residencia de verano de la reina Isabel II. | Xavi Solà

Será por el peso histórico que soportan sus calles, quizá por su atmósfera taciturna, o tal vez por esa belleza espectral propia de un relato de Dickens. Sea como fuere, lo único cierto es que el embrujo de Edimburgo se hace palpable con sólo poner un pie sobre su húmedo asfalto.

Edificada a diferentes niveles, encontramos una ciudad escalonada que, de Norte a Sur, ofrece diferentes atractivos. Su cara más septentrional acoge la famosa Royale Mile, céntrico paseo sembrado de comercios y museos a ambas orillas, cuyo serpenteo urbano se extingue a las puertas del palacio de Holyroode, estancia de verano de la reina Isabel II, un espléndido palacete contiguo al edificio del parlamento escocés, obra del arquitecto catalán Enric Miralles. Pocos metros más adelante, encontramos el sendero que origina el ascenso a Arthur Seat, techo de Edimburgo. Esta colina disfruta de unas privilegiadas vistas sobre la capital escocesa.

El extremo meriodinal cuenta también con una alta concentración de comercios, restaurantes y monumentos, entre ellos aquél con el que la ciudad rinde tributo a uno de sus más fervientes embajadores, el escritor Walter Scott, máximo exponente de la literatura romántica del siglo XVIII.

Su simbiosis con la naturaleza resulta innegable, custodiada por montañas en su cara Norte y bañada por el mar del Norte al Sur, Edimburgo cuenta con un formidable puerto, el Ocean Terminal, enclave estratégico para el comercio marino por el que recomendamos un paseo.

Asentado sobre un volcán extinguido, el castillo de Edimburgo es un vestigio remoto de fortificación militar y uno de los principales focos turísticos de la urbe. Localizado en el centro urbano, por sus inmediaciones asoman un buen número de cementerios, pintorescos centros de reunión donde no resulta difícil dar con grupos de transeúntes haciendo un alto en el camino o degustando un emparedado a la hora del lunch.

Edimburgo es una ciudad universitaria -cuatro centros para 450.000 habitantes dan buena cuenta- con una cierta inclinación por el negocio editorial y bancario, en su sociedad la gastronomía desempeña un papel determinante. Sus platos más representativos son los Mars, una especie de chocolatina rebozada y, para los más atrevidos, el famoso Haggis, un elaborado a base de vísceras de cordero cocinadas a fuego lento y acompañadas de ensalada de lechuga o puré de patatas.

No podemos descuidar en este repaso a una de las ciudades más hermosas de Europa el montículo de Calton Hill, lugar donde se inició el levantamiento de un partenón que, finalmente, se quedó a medias por falta de presupuesto. Hoy día es conocido como el ‘monumento de la vergüenza’, en él se celebran ritos celtas en primavera y verano.


Leyenda ciudadana

Escocia es un país que cuenta con una rica tradición en leyendas, en muchos casos sustentada en episodios verídicos, como el caso que nos ocupa. Greyfriars Bobby fue un perro de la raza Skye Terrier que se hizo muy popular en Edimburgo en el siglo XIX por permanecer junto a la tumba de su dueño, John Gray, hasta el día de su muerte, un 14 de enero de 1872. Su conmovedora muestra de lealtad no pasó inadvertida entre la población ni tampoco para Lady Burdett Coutts, una aristócrata de la época, que hizo construir una estatua en su honor, a cuyos pies siempre yacen no pocos de ramos de flores. Curiosamente, frente a su efigie se encuentra The Elephant House, cafetería popular por tratarse del lugar donde J. K. Rowlings dio forma a los orígenes del célebre mago adolescente Harry Potter.

Viaja

Los precios oscilan entre los 200 y 350 euros en función de la época del año en que nos dispongamos a viajar.

Alojamiento
Podremos alojarnos en el clásico bead & breakfast desde unos 40 euros / noche, o contratar un moderno apartamento por unos 60 euros / noche.     

Mejor época para viajar
Entre abril y septiembre esquivaremos las bajas temperaturas. De la lluvia no nos salva nadie...