En 1991, el conjunto pasó a ser Parque Nacional Marítimo Terrestre gracias a su riqueza natural compuesta por las colonias de aves marinas, por sus especies endémicas y por poseer uno de los fondos marinos mejor conservados del litoral balear. En una superficie de 10.021 hectáreas (8.703 marinas y 1.318 terrestres) conviven algas marinas, plantas, musgos... Más de 700 especies distintas habitan en las tierras de Cabrera, donde destacan especialmente las praderas de posidonia (Posidonia oceanica), un alga que no es tal, sino una planta superior, con raíces y flores, endémica del Mediterráneo, y de excepcional importancia ecológica; en ellas conviven numerosos peces que se alimentan y sobreviven gracias a ellas. Entre la fauna de Cabrera destacan las grandes colonias de aves marinas, como la pardela cenicienta (Calonectris diomedea), el paíño europeo (Hydrobates pelagicus) o la gaviota de Audouin (Larus audouinii). Por su parte, los fondos marinos son muy ricos en vertebrados e invertebrados como los llamativos nudibranquios; los meros son característicos, los pulpos, las morenas (Muraena helena), etc. Asimismo, las aguas de Cabrera dan cobijo a animales de mayor tamaño, como el delfín mular (Tursiops truncatus), el delfín listado (Stenella coeruleo-alba), el delfín común (Delphinus delphis), el calderón (Globicephala melaena), el cachalote (Physeter macrocephalus) y la tortuga boba (Caretta caretta). Todo esto la hace un lugar espectacular para hacer snorkel, fondear o bucear.
Visitar Cabrera
Se encuentra a apenas una hora de navegación desde la Colònia de Sant Jordi. Si nuestra intención es hacer una visita al parque por nuestra cuenta, hay que tener en cuenta que debemos solicitar un permiso a la Administración del Parque. Las autorizaciones que se conceden son de navegación (de hasta un mes de duración, pero sin fondeo nocturno), de pernocta (se autoriza una sola noche en julio y agosto, dos en septiembre, y siete durante el resto del año) y de buceo con escafandra autónoma (hay que presentar el título de escafandrista de las personas que vayan a realizar las inmersiones; las zonas autorizadas pueden variar de un año a otro). En caso de querer amarrar en el puerto de Cabrera, es necesario un permiso expedido por el Gobierno Militar.
Por contra, el Parque también puede visitarse sin ningún tipo de trámites; podemos optar por las golondrinas que salen desde la Colònia de Sant Jordi, tienen diferentes horarios y combinaciones. Si este es el caso, también podemos alargar nuestra estancia pasando una noche en el Albergue de Cabrera, que está abierto de febrero a noviembre incluidos; los precios son algo más altos si decidimos pernoctar en temporada alta. Tan solo dispone de 12 habitaciones dobles, así que es imprescindible reservar con antelación para asegurarnos nuestra estancia en las fechas deseadas.
Qué ver en la isla
A pesar de su reducida extensión, se puede hacer alguna visita como subir hasta el Castillo, una excursión relativamente corta, de unos 30 minutos, que puede ser guiada o no. Se trata del edificio más antiguo de la isla, fue construido en el siglo XIV con la intención de proteger la isla de los ataques de los piratas berberiscos que marcarían la historia de las Illes Balears. Se hacen varias excursiones diarias guiadas; el camino empieza junto a la oficina de información del Parque y discurre por la ladera situada al norte del muelle; cerca de este pueden verse gaviotas de Audouin y a lo largo de todo el camino aparecen con facilidad las lagartijas, un cláscico de la Isla.
La playa de s'Espalmador es otro de los itinerarios posibles y se puede recorrer libremente (ruta de una hora, aproximadamente); va desde el muelle hasta la playa pasando por sa Platgeta. Sa Platgeta y s'Espalmador son las playas más importantes de Cabrera por su tamaño. Son playas mixtas de arena, piedras y gravas. Si queremos conocer algo más de la historia del lugar, el Monumento a los franceses y el Celler puede ser otra opción. Se trata de un monumento a los prisioneros de las guerras napoleónicas que murieron en Cabrera levantado por el Príncipe de Joinville en 1847.
Por su parte, Es Celler fue construido por la familia Feliu en la época que fue propietaria de Cabrera (1890-1915). Actualmente alberga una exposición de carácter histórico y etnográfico sobre 'El hombre y la naturaleza en Cabrera'. El recorrido es guiado y dura una hora.
Pero sin duda, una de las excursiones por excelencia en Cabrera, es sa Cova Blava, que ha sido excavada por el mar con el paso del tiempo. Su altura sobre el nivel del mar va desde los seis metros en la entrada hasta los veinte metros en el interior, y sus dimensiones máximas son de 120 por 75m. en planta. Tiene veinte metros de profundidad y el fondo marino es de roca con algunos bloques y algo de arena. Uno de sus principales atractivos, aparte de la delicia de nadar en sus apacibles aguas, son los efectos y juegos de luz y color que se producen a media tarde con los rayos de sol que la iluminan. Se recomienda entrar en la cueva a nado o remo para evitar los molestos humos de las embarcaciones.
Y si todas estas propuestas parecen pocas, en la oficina de información del puerto de Cabrera encontrarán más itinerarios interesantes, como pueden ser el Faro de n'Ensiola o La Miranda, en cuyas especificaciones se indicará si estas visitas si precisan, o no, de guía.