Un dolor de cabeza insoportable, pitidos en los oídos, problemas o casi imposibilidad para abrir la mandíbula, una molestia cuello... son sólo algunos de los síntomas que provoca elbruxismo. Se trata de una enfermedad, desconocida para muchos -incluso de los que la padecen-, pero que afecta a un 30 % de la población. Así lo pone de manifiesto Ignacio García-Moris, presidente del Colegio de Dentistas de Baleares (CODB) y odontólogo. Además, añade que esta «enfermedad puede verse agravada y dar más sintomatología en épocas de estrés, como las que estamos viviendo en los últimos años».
En este sentido, explica que «el bruxismo, evitando grandes definiciones científicas, se puede decir que consiste en apretar los dientes de forma inconsciente. Esta enfermedad es un trastorno en la articulación que une la mandíbula con el cráneo. Este problema implica, tanto a la articulación, como a todos los músculos que intervienen durante la masticación». García-Moris precisa que «este trastorno es mas visible a nivel dental, ya que muchas veces conlleva un desgaste de la estructura dental de los dientes».
Los principales síntomas del bruxismo son fatiga muscular a nivel de toda la musculatura masticatoria, molestias en la zona articular, con diferentes grados de degeneración en todo lo que envuelve a la articulación. El presidente del Colegio de Dentistas señala que, «normalmente, el paciente bruxista se puede dar cuenta por los siguientes síntomas: desgaste de la estructura de los dientes, molestias en la musculatura de la masticación y en la articulación temporomandibular, así como ruidos al abrir y cerrar la boca. También podría sufrir dolores de cabeza y cuello».
Bruxismo diurno y nocturno
El citado odontólogo expone que esta patología puede ser de tipo diurno o nocturno. El primero está relacionado principalmente con estímulos externos que pueden puede ser ambientales o de tipo psicosocial. Mientras que el segundo se asocia a una disfunción central neuromotora. Preguntado por el perfil de los pacientes que padecen bruxismo, García-Moris responde que no hay uno claro, aunque señala que «algunos estudios a nivel nacional nos indican que el porcentaje de mujeres es levemente más elevado». Los niños también pueden padecerlo, aunque en un porcentaje menor que los adultos: la incidencia oscila entre el 8 % y el 10 % de la población pediátrica.