Raggio pertenece a la ONG Bomberos Sin Fronteras, que desplegó sobre el terreno un equipo especializado de búsqueda y rescate en estructuras colapsadas ante la magnitud del seismo. Ha asegurado que «nada te prepara para una catástrofe de esta magnitud» y que «siempre te quedas con la sensación de poder hacer más, que te faltan manos para atender a tantas víctimas».
«Acudí junto a un equipo de nueve compañeros, además de un perro y un enfermero, apenas dos días después del seísmo, y actuamos en la ciudad turca de Maras, con cerca de 1,2 millones de habitantes, donde nos encontramos con un panorama dantesco: multitud de edificios derruidos, familias viviendo en la calle tras haberlo perdido todo, o personas que habían perdido a toda su familia y seres queridos», ha relatado.
Ha detallado que trabajaron bajo las directrices de Naciones Unidas, que repartían las zonas de trabajo entre los equipos de rescate disponibles. «El primer día rescatamos con vida a un chico de 12 años, con el apoyo de un equipo procedente de Singapur, tras siete horas de trabajo», ha detallado.
Tras esta primera actuación, «iniciamos una actividad frenética, acudiendo de un sitio a otro: pasamos a un edificio de 15 plantas, donde actuamos otras siete horas, y luego a otro espacio, realizando jornadas larguísimas de trabajo sin descanso, durmiendo apenas durante los trayectos de autobús, y siguiendo las directrices que van llegando», ha añadido.
El bombero ha puesto en valor la labor de sus compañeros «y de la gente de Turquía, que se han portado de maravilla: el pueblo turco es muy agradecido, ofreciendo constantes muestras de agradecimiento y cariño».
Óscar Raggio ha detallado que el equipo de búsqueda y rescate está destinado a rescatas personas vivas, y que por eso operaron durante un periodo de siete u ocho días.
«En esta catástrofe Turquía ha tenido un problema muy grande que ha dado lugar a un gran número de fallecimientos: la calidad de sus construcciones, porque muchos edificios tenían ya 30 o 40 años, y estaban muy mal construidos, con materiales de muy mala calidad, y eso provocó que no se creasen espacios de vida y cayesen edificios enteros, y encontrábamos sólo arena debajo de los escombros, con cascotes no mayores de pelotas de tenis», ha lamentado el bombero.
«La experiencia, muy dura porque nada te prepara para una catástrofe de esta magnitud, ha resultado muy positiva, aunque siempre te quedas con la sensación de poder hacer más, que te faltan manos para atender a tantas víctimas», ha valorado.
Por su parte, el alcalde de Benalmádena ha manifestado su admiración por la labor y coraje demostrado por Óscar Raggio Pérez y su equipo, «siendo un ejemplo de como la condición humana llega a permitir gestos tan extraordinarios como trabajar 40 horas seguidas para rescatar vidas».
«El agradecimiento, en nombre de todo el pueblo benalmadense, a Óscar Raggio Pérez por su solidaridad y generosidad a la hora de jugarse la vida por los demás: podemos estar muy orgullosos de los grandes profesionales con los que contamos en Bomberos de Benalmádena», ha valorado el regidor.
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