El fiscal Manuel Sancho de Salas, que representa a la acusación pública en el juicio a un acusado de cometer tres crímenes en alrededor de una hora el 20 de enero de 2020 en Barcelona, ha avisado al jurado que deliberará su veredicto a partir de este martes: «Hay personas que hacen el mal de manera intencionada, gratuita y porque sí. Porque tiene una psicopatía, un trastorno antisocial de personalidad, no tiene empatía».
«Vivimos más tranquilos pensando que si alguien hace algo así es porque tiene una enfermedad o porque se ha drogado. Es más cómodo vivir de esa manera, sin embargo, no es así» ha dicho al jurado durante su informe final en el juicio en la Audiencia de Barcelona, que este martes ha quedado pendiente de veredicto.
La acusación pública mantiene que el acusado mató a la primera víctima con 249 puñaladas en su casa, quemó el piso para borrar pruebas y huyó por el balcón; luego presuntamente mató a una anciana en su portal y robó la moto de un repartidor para escapar hasta los alrededores de la plaza Sant Jaume, donde apuñaló al periodista y trabajador municipal David Caminada.
Por todo esto, el fiscal exige una condena de 95 años de cárcel y descarta que el hombre no fuera consciente de sus actos por haber tomado drogas o tener una enfermedad mental, y ha recordado algo «fundamental» al jurado: igual que las acusaciones tienen la obligación de probar los hechos de que acusan, la defensa debe probar con la misma contundencia y sin lugar a dudas que no era consciente de sus actos.
Sancho de Salas también ha advertido al jurado de que en el juicio el acusado «está ejerciendo totalmente la manipulación», un rasgo que ha atribuido a las personas de carácter antisocial y sin empatía, como considera al acusado.
Sin "asumir" argumentos de su defensa
El mismo fiscal ha avisado al jurado de que el acusado «no ha querido asumir la postura de su defensa», que como alternativa a una absolución ha planteado que el tribunal popular tome en cuenta como eximente o atenuante un trastorno mental: de aceptarse, el primero le libraría de responsabilidad penal y el segundo le conseguiría una pena más baja.
El fiscal rechaza esta tesis y considera que no hay pruebas al respecto porque aunque el hombre seguía tratamiento psiquiátrico por depresión, ningún médico detectó una enfermedad que le desconectara de la realidad y, a pesar de que al ser detenido dio positivo en cocaína, cree que eso no le afectó hasta el extremo de perder la conciencia de sus actos porque al ser adicto ya tenía tolerancia a la droga.
La defensa cuestiona pruebas
La abogada del acusado, Sònia Argemí, ha mantenido como versión principal que el acusado no es el autor de los tres crímenes, para lo que ha tratado de poner en cuestión la identificación aferrándose a que no se geolocalizó el móvil del acusado para verificar donde estaba y cuestionando la calidad de las grabaciones que lo incriminan.
También ha insistido en que no se ha aclarado la relación que el acusado tenía con la primera víctima, y ha criticado que no se han analizado un vaso y un cuchillo que se encontraron en el piso donde murió.
Alguien "en su sano juicio" no lo haría
Argemí ha cuestionado los argumentos del fiscal contra el trastorno mental que ella intenta demostrar: «Antisocial es una forma de ser que no nos lleva a tener muchas conductas con mucha gente. Yo no me junto con mucha gente, ¿soy una asesina también?».
Ha apostado por poner en cuestión que una persona sin ninguna alteración mental pudiera cometer un crimen como el que se le atribuye al acusado: «¿Qué persona en su sano juicio quema, lava, mueve, salta bici en mano, casco en mano... Es una persona que o está gravemente afectado por el consumo de cocaína demostrado junto con benzodiazepinas, que esto es un cóctel, o tiene un trastorno grave de personalidad».
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