La Fundación Robert Graves ya es una realidad. El Govern balear,
el Ajuntament de Deià y la familia del novelista y poeta británico
firmaron ayer el acuerdo de formalización de esta entidad que
comprará y convertirá en museo la casa que éste construyó en el
municio de la Serra de Tramontana mallorquina, donde vivió casi
medio siglo. William Graves, hijo del escritor, representó a su
familia en el acto realizado en el Consolat de Mar, al que también
asistieron el presidente del Govern balear, Jaume Matas; el
conseller de Educación y Cultura, Francesc Fiol; y el alcalde de
Deià, Jaume Crespí.
La finalidad básica de la Fundación Robert Graves, que
colaborará con la sociedad dedicada al autor por la Universidad de
Oxford, «es la conservación, consolidación y divulgación del legado
cultural del escritor y poeta británico; así como mantener más viva
y más presente, tanto para los ciudadanos como para los que nos
visitan, las obra y la memoria de Graves», según explicó el
presidente del Ejecutivo. Para alcanzar este objetivo, esta entidad
ya cuenta con un capital inicial de 60.000 euros aportado por el
Govern, cuyo máximo representante se ha comprometido a adquirir
antes del 31 de enero de 2005 Can Alluny, la casa de Robert Graves.
Al respecto, Jaume Matas afirmó: «No podemos permitirnos perder
este legado. La vinculación del escritor a Deià y su proyección
internacional, junto con la presencia del mundo y el paisaje de
Mallorca en su obra, hacen que se haya formalizado este proyecto.
Este es un paso más para consolidar las Islas Baleares como un
destino cultural referencial».
El autor de «Yo, Claudio» desarrolló parte de su obra literaria
en Deià, municipio en el que se instaló en 1929 y en el que vivió
hasta su muerte en 1985, con una interrupción entre 1936 y 1946, es
decir, entre la Guerra Civil española y el final de la Segunda
Guerra Mundial. El alcalde de Deià, Jaume Crespí, explicó que «la
casa sigue manteniendo la esencia que le otorgó Robert Graves».
Pero, irremediablamente, hay estancias que han sufrido desperfectos
por el paso del tiempo, desperfectos que serán subsanados con una
reforma que llevará intrínseca la adecuación al ámbito de los años
30. «Contamos con documentación fotográfica que nos ayudará a
devolver a la casa y al jardín su aspecto original». Así, Can
Alluny será decorado con los muebles y los objetos que tenía cuando
la ocupaba Graves, servirá para exhibir parte de su legado
bibliográfico y acogerá la imprenta con la que editó libros de
poemas propios y obras de la poetisa estadounidense Laura Riding,
que también tendrá su rincón en el centro. William Graves, a quien
el presidente del Govern se refirió siempre como Guillem, resaltó
la satisfacción de los herederos del poeta por un acuerdo que
garantiza la conservación y promoción del legado de su padre. En
cuanto a los planes editoriales de la Fundación, el hijo de Graves
manifestó que «hay algún proyecto» no concretado para traducir obra
poética de su padre, conocido en España por sus novelas históricas
y poco por su faceta lírica.
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