Caterina Mieras, en su despacho, situado en el Palau March, en la Rambla. Foto. C.D.

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CARLES DOMÈNEC |BARCELONA

La nueva consellera de Cultura de la Generalitat de Catalunya nació en Sant Joan en 1947. Ha combinado, desde su juventud estudiantil, sus dos grandes pasiones: la medicina y la política. Fue el nombramiento sorpresa en el gobierno tripartido de izquierdas y catalanista que preside Pasqual Maragall. Pide prudencia y diálogo para conseguir sus primeras metas políticas.

-El cargo de consellera provoca que todas sus decisiones sean ahora analizadas y criticadas. ¿Cómo afronta, en lo personal, esta nueva etapa de su vida?
-Con mucha tranquilidad. Cuando acepté la responsabilidad de Cultura, sabía que era una conselleria delicada porque genera mucha opinión y afecta sensibilidades y opiniones muy diversas.

-Usted es la segunda persona mallorquina que dirige la Conselleria. Antoni Maria Sbert lo hizo en 1936. ¿En qué se ha empezado a notar su presencia?
-Creo que sería una tontería pensar que se ha podido notar en ocho días. Seguro que hay detalles de trato que ahora son diferentes. Por ejemplo, antes había un señor y, ahora, una señora.

-¿Cuáles son sus iniciativas como consellera de Cultura?
-La estrategia consta de tres puntos fundamentales: impulsar la comisión del Consell de la Cultura i de les Arts, realizar un plan de infraestructuras culturales territoriales y doblar el presupuesto. Durante 23 años se ha realizado una política muy centralista a nivel de Barcelona y poco equitativa con todo el territorio

-¿Qué relación tiene con el gobierno de Matas?
-El conseller de Cultura me llamó y me felicitó. No he hablado con Matas pero me gustaría. Si no me llama, le llamaré yo. Entre otras cosas, porque tenemos un organismo en común que es el Institut Ramon Lull, herramienta muy importante para la promoción de la cultura catalana.

-¿Cuál es su opinión sobre el nuevo panorama político balear, partidario de reestructurar el espectro de frecuencias ocupado por TV3 y Canal 33, cerrar Som Radio y proponer una posible idea de televisión balear bilingüe?
-No me toca hablar de eso. En un gobierno tripartido se deben buscar complicidades que empiezan con la prudencia aunque, mi opinión personal, se la puede imaginar.

-¿Cuál será el papel de la Generalitat en el Fòrum 2004?
-Desgraciadamente, es una herencia no positiva. La Generalitat ha intervenido poco en el Fòrum y ahora es tarde para reconducir esta política.

-Algunos intelectuales piensan que la cultura tiende, hoy, a convertirse en un entretenimiento superficial. ¿Cuál es el reto más urgente para la cultura?
-Ponerla al alcance de todos y socializarla. La vinculación con la educación es clara. Se necesita dotar a las personas de capacidad crítica y con criterios propios para lograr más libertad y autonomía.

-A su manera de ver, ¿Catalunya da a Balears, más allá de los tópicos, la importancia que se merece?
-El tripartido tiene una sensibilidad extraordinaria por compartir la cultura de los pueblos de habla catalana. Existe un gran interés por parte de esta conselleria hacia Balears, Valencia y la franja aragonesa. El proyecto de Maragall es la apuesta por una euro región en la que Barcelona tiene una vocación de centralidad.

-Los personajes catalanes se potencian y se venden en el exterior. En Balears, la situación es diferente y lo que surge en las Islas suele tener una repercusión menor. ¿Cómo observa esta situación?
-Es una de las tareas de mi conselleria: apostar por el intercambio cultural y el conocimiento mutuo. Creo que falta una clara iniciativa política desde el Govern balear.

-Usted es médico, su carrera política debe haber truncado su dedicación científica. Diagnosticó el primer caso de Sida en España y ganó el premio a la mujer progresista en 1994. ¿Qué cambió su rumbo profesional y cómo puede aplicar su rigor científico en el ámbito de la gestión cultural?
-Siempre me he movido entre dos grandes amores: la medicina y la política. Me cuesta hacer afirmaciones y promesas sin articular todo el proceso mentalmente. Los médicos hacemos historia, analizamos la situación, diagnosticamos y no podemos dejar al enfermo sin tratamiento. Siempre se debe actuar. Y eso es aplicable en política y en la toma de decisiones.