La nueva consellera de Cultura de la Generalitat de Catalunya
nació en Sant Joan en 1947. Ha combinado, desde su juventud
estudiantil, sus dos grandes pasiones: la medicina y la política.
Fue el nombramiento sorpresa en el gobierno tripartido de
izquierdas y catalanista que preside Pasqual Maragall. Pide
prudencia y diálogo para conseguir sus primeras metas
políticas.
-El cargo de consellera provoca que todas sus decisiones
sean ahora analizadas y criticadas. ¿Cómo afronta, en lo personal,
esta nueva etapa de su vida?
-Con mucha tranquilidad. Cuando acepté la responsabilidad de
Cultura, sabía que era una conselleria delicada porque genera mucha
opinión y afecta sensibilidades y opiniones muy diversas.
-Usted es la segunda persona mallorquina que dirige la
Conselleria. Antoni Maria Sbert lo hizo en 1936. ¿En qué se ha
empezado a notar su presencia?
-Creo que sería una tontería pensar que se ha podido notar en ocho
días. Seguro que hay detalles de trato que ahora son diferentes.
Por ejemplo, antes había un señor y, ahora, una señora.
-¿Cuáles son sus iniciativas como consellera de
Cultura?
-La estrategia consta de tres puntos fundamentales: impulsar la
comisión del Consell de la Cultura i de les Arts, realizar un plan
de infraestructuras culturales territoriales y doblar el
presupuesto. Durante 23 años se ha realizado una política muy
centralista a nivel de Barcelona y poco equitativa con todo el
territorio
-¿Qué relación tiene con el gobierno de
Matas?
-El conseller de Cultura me llamó y me felicitó. No he hablado con
Matas pero me gustaría. Si no me llama, le llamaré yo. Entre otras
cosas, porque tenemos un organismo en común que es el Institut
Ramon Lull, herramienta muy importante para la promoción de la
cultura catalana.
-¿Cuál es su opinión sobre el nuevo panorama político
balear, partidario de reestructurar el espectro de frecuencias
ocupado por TV3 y Canal 33, cerrar Som Radio y proponer una posible
idea de televisión balear bilingüe?
-No me toca hablar de eso. En un gobierno tripartido se deben
buscar complicidades que empiezan con la prudencia aunque, mi
opinión personal, se la puede imaginar.
-¿Cuál será el papel de la Generalitat en el Fòrum
2004?
-Desgraciadamente, es una herencia no positiva. La Generalitat ha
intervenido poco en el Fòrum y ahora es tarde para reconducir esta
política.
-Algunos intelectuales piensan que la cultura tiende,
hoy, a convertirse en un entretenimiento superficial. ¿Cuál es el
reto más urgente para la cultura?
-Ponerla al alcance de todos y socializarla. La vinculación con la
educación es clara. Se necesita dotar a las personas de capacidad
crítica y con criterios propios para lograr más libertad y
autonomía.
-A su manera de ver, ¿Catalunya da a Balears, más allá
de los tópicos, la importancia que se merece?
-El tripartido tiene una sensibilidad extraordinaria por compartir
la cultura de los pueblos de habla catalana. Existe un gran interés
por parte de esta conselleria hacia Balears, Valencia y la franja
aragonesa. El proyecto de Maragall es la apuesta por una euro
región en la que Barcelona tiene una vocación de centralidad.
-Los personajes catalanes se potencian y se venden en el
exterior. En Balears, la situación es diferente y lo que surge en
las Islas suele tener una repercusión menor. ¿Cómo observa esta
situación?
-Es una de las tareas de mi conselleria: apostar por el intercambio
cultural y el conocimiento mutuo. Creo que falta una clara
iniciativa política desde el Govern balear.
-Usted es médico, su carrera política debe haber
truncado su dedicación científica. Diagnosticó el primer caso de
Sida en España y ganó el premio a la mujer progresista en 1994.
¿Qué cambió su rumbo profesional y cómo puede aplicar su rigor
científico en el ámbito de la gestión cultural?
-Siempre me he movido entre dos grandes amores: la medicina y la
política. Me cuesta hacer afirmaciones y promesas sin articular
todo el proceso mentalmente. Los médicos hacemos historia,
analizamos la situación, diagnosticamos y no podemos dejar al
enfermo sin tratamiento. Siempre se debe actuar. Y eso es aplicable
en política y en la toma de decisiones.
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