El actor Luis Cuenca falleció ayer a la edad de 82 años. Fue un
hombre que hizo de su físico, delgado, largirucho, y de prominente
nariz, una virtud cómica que le hizo pasearse por los escenarios de
revista y variedades desde joven y le convertió, ya a avanzada
edad, en un secundario de lujo del más joven cine español. «Yo no
tenía vocación, tenía hambre». Así explicaba Luis Cuenca sus
inicios en el teatro cuando era un niño.
La capilla ardiente del actor, que estuvo «lúcido hasta el
último momento», como aseguró su hijo, está instalada en el
tanatorio de la M-30, donde permanecerá hasta hoy, cuando sus
restos mortales se trasladen al Cementerio de la Almudena donde
serán incinerados este mediodía. Luis Cuenca García nació en
Navalmoral de la Mata (Cáceres) el 6 de diciembre de 1921 en el
seno de una familia de actores. Estuvo vinculado al teatro desde su
nacimiento y, como él siempre ha declarado, su debut se produjo en
su localidad natal «por casualidad», dado que sus padres formaban
parte de una compañía de teatro con la que recorrían España, la
compañía Carrasco, propiedad de sus abuelos.
Se subió por primera vez a un escenario a los siete años y desde
entonces ha hecho casi de todo en teatro, desde bailar claqué, a
interpretar comedia, drama o revista, donde triunfó como pareja de
Tania Doris. Luis Cuenca no añoró nunca los años de la censura, por
muchas razones, una de las cuales y no la menos importante era por
«tener que alternar el ir de juerga con censores y políticos para
que nos levantasen las multas», como le gustaba recordar hace
poco.
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