En 1999, Barceló presentó en la Fundación Juan March de Palma las cerámicas realizadas en Artà.

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CRISTINA ROS

El juzgado número 2 de Manacor sigue un procedimiento civil por el que el ceramista Jeroni Ginard, «Murtó», reclama a Miquel Barceló la coautoría de las piezas que el artista realizó, entre 1996 y 2000, en sus talleres de Artà. La demanda, presentada en octubre de 2003 por el letrado Nadal Vidal, estima que las aproximadamente 350 cerámicas fueron trabajadas conjuntamente y en «simbiosis artística» entre el pintor y el ceramista, alegando que este último intervino en todo el proceso creativo, desde la preparación de la materia prima al secado, pasando por buena parte del modelado, la consecución de los colores, la elección y aplicación de los óxidos y la cocción.

La reclamación de coautoría por parte de Jeroni «Murtó» se apoya en que, a lo largo de estos cuatro años de colaboración, el artista de Felanitx le prometió hacer exposiciones juntos, reconociendo en el trato cotidiano ese carácter conjunto de las obras. Las cerámicas realizadas en los talleres de Can Murtó, «sa Taulera» de Artà, fueron expuestas por primera vez en el Museu d'Art Espanyol Contemporani, Fundación Juan March de Palma, en junio de 1999. Posteriormente, una selección de éstas formarían parte de exposiciones del artista en el Museo Reina Sofía de Madrid, en París, en Palermo, así como en la muestra «Miquel Barceló a les Illes Balears», las cerámicas de la cual se exhibieron en el Museu de Menorca, en Maó, y en El Roser de Ciutadella.

En los textos que acompañan estas muestras, se puede leer que, en 1996, el artista «se instala en el taller del ceramista Jeroni Ginard, en Artà, Mallorca, donde experimenta con las técnicas tradicionales de la terracota y la cerámica». En ningún momento se reconoce la labor conjunta. Así mismo, la reclamación se sustenta en el «desconocimiento» de la técnica de la cerámica por parte de Miquel Barceló. Se remite, incluso, a los orígenes griegos de la palabra terracota, que como tierra cocida se considera imprescindible el proceso de cocción para que pueda considerarse propiamente como cerámica. Un proceso, el de la cocción, en el que en ningún caso intervenía el artista.