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«Las damas primero» es el quinto y último disco del cantautor gaditano Javier Ruibal, cuya presentación en Palma tendrá lugar hoy, a las 21.30 horas, en el Passeig de la Artesania. Extraordinariamente valorado por la crítica más exigente, así como por sus compañeros de profesión, sus composiciones son una proyección contemporánea del legado andalusí, que se fusiona a menudo con ritmos de jazz y blues.

-Háblenos de «Las damas primero».
-Es un disco muy aromático que habla de las pasiones y miserias humanas, sobre todo amorosas, así como del desamparo y el desarraigo.

-Continúa, pues, la línea de sus anteriores trabajos...
-Sí, sigo buscando un país ideal que no existe y en el que habitan las músicas que me emocionan. Éste comprendería geográficamente desde el sur de España hasta Latinoamérica y Oriente.

-Dicen que es usted un «artista de culto»...
-Yo no gozo de grandes ventas, pero puedo presumir de tener un público nada arrivista. Mis seguidores me han buscado, encontrado y sido fieles. Son ellos los que me justifican.

-¿Por qué cree que la mayoría de los grandes músicos no alcanzan las listas super ventas?
-El negocio de la música ha devenido en el del muñeco del ventrílocuo, busca el fetiche y no la originalidad. Y es que la mayoría de los directivos no son sensibles a la calidad. Me encantaría que se tomara a la música como un arte mayor y no como una pamplina.

-¿Y en qué posición queda el consumidor?
-Hay poca información. No es lo mismo comer un 5 Jotas o un Pata Negra que el jamón que te ponen en los bocatas de excursión. A un paladar embrutecido, le das basura y se la come. La industria española, a diferencia de la anglosajona, sólo quiere ganar dinero.