Por primera vez un grupo de expertos ha podido constatar en un
yacimiento mallorquín todo el proceso de la metalurgia en el
periodo del Bronce antiguo. El análisis de las numerosas muestras
que desde 1998 ha recogido el equipo multidisciplinar que excava en
el Coval Simó (Escorca) evidencia las distintas fases de reducción
del mineral del cobre en metal en una cronología que abarca entre
el 2200 y el 2030 a.C.
Hasta la fecha, otros yacimientos del mismo periodo como Son
Matge sólo habían confirmado el uso del metal pero no su
producción. El director de la excavación, Jaume Coll, que es
también el director del Museo Nacional de Cerámica de Valencia,
explicó que los hallazgos realizados en el Coval Simó «son
fundamentales». A partir de su análisis, «se ha podido profundizar
en el conocimiento de los pobladores de la Isla en el tercer
milenio» y trazar un esbozo «del medio que los rodeaba, de la
industria y las estrategias que desarrollaron» para conseguir
obtener el control del territorio, y «de los contactos que
mantuvieron con otros núcleos». El experto señaló que un estudio
comparado de los restos cerámicos sacados a la luz en ecovacon
otros del mismo periodo y características «revelan conexiones de
los habitantes decovacon reductos del golfo de León y de la zona
pirenáica».
Producción propia
Sin embargo, a estas alturas, el descubrimiento más importante en
este yacimiento es el que testimonia la producción del metal. «La
profusión de pequeños cristales negros, similares a la obsidiana,
localizados en la zona confirma el uso del mineral del cobre y su
reconversión en metal» y, lo más importante, «descarta su
importación».
La reducción del mineral se habría realizado «a través de
hogueras en lugares elevados y aprovechando el viento natural para
conseguir las altas temperaturas, hasta 1.200 grados centígrados,
necesarias para obtener estos pequeños cristales negros en forma de
almendra facetada». Su manipulación permitía utilizar el metal para
confeccionar principalmente punzones, elementos de prestigio en
este primer momento del poblamiento en la Isla.
Coll incide en la importancia del Coval Simó «para obtener una
imagen muy nítida de cómo era la vida de los pobladores de la Isla
en el tercer milenio» gracias al numeroso material que ha salido a
la luz desde 1998. Mientras que los restos de cerámica, de tipo
campaniforme y decorada en su superficie con incisiones, permiten
evaluar su industria y ajuar, los restos de fauna (se han recogido
más de 6.000 fragmentos de huesos) «confirman que la ganadería era
caprina y ovina y permiten profundizar en el conocimiento del
aprovechamiento que hacían de los recursos o el tipo de dieta que
seguían». El estudio del medio, por su parte, se realiza a partir
de los restos de carbón y polen.
El yacimiento fue excavado por primera vez por Bartomeu Ensenyat
Estrany en 1950, año en el que ya se encontraron fragmentos de
cerámica incisa y un cuchillo de sílex.
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