Tocornal posa sonriente en una reciente imagen.

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Antonio Tocornal reside en Son Servera y desde allí lleva a cabo una escritura incansable y feroz. Su novela Bajamares estaba a punto de salir a la calle pero el virus ha retrasado hasta ahora su llegada a las librerías. Al mismo tiempo, el escritor de origen gaditano afincado en Ses Salines sigue sumando premios literarios: 12 en el último año. «No los he contado, pero son más numerosos los que he perdido. No es importante el número de premios ganados, sino la calidad y el prestigio que tengan, el que conduzcan a alguna parte», dice Tocornal, que se ha alzado con premios más que disputados, alguno con 1.300 cuentos presentados a la convocatoria.

Autor de varias novelas y de casi un centenar de cuentos, advierte que «uno tiene que escribir con total sinceridad y fidelidad hacia sí mismo y hacia su estilo y sus referencias. Lo que haga luego con su obra acabada es un tema que no tiene nada que ver. Nunca he escrito nada pensando dónde lo voy a mandar luego. Sobre todo no hay que menospreciar a los jurados de los certámenes prestigiosos; suelen estar compuestos por escritores, críticos literarios, catedráticos y editores, y no existen atajos para seducirlos o llegar hasta ellos. Parto de la base de que la única receta honesta es la calidad».

¿Se siente más reconocido fuera de la Isla que dentro? «Digamos que en la Isla soy ‘aún más desconocido' que fuera», contesta el escritor, que confiesa que «estoy feliz de haber podido publicar mis tres últimas novelas respaldadas por premios importantes y sobre todo honestos, ya que no están vinculados a grupos editoriales: el Premio Vargas Llosa, el Premio de Novela de la Diputación de Córdoba y, pendiente de publicación, el Premio València de Narrativa en Castellano. Es cierto que en el mundillo me hacen algo más de caso —solo un poco— desde que ven que mis textos han obtenido algunos reconocimientos relevantes. Sospechan que algo tienen que tener».

Ante la cuestión de si es un buen momento para el cuento, Tocornal advierte que «es un género que sigue siendo minoritario pero, como compensación, sus lectores suelen ser muy fieles y especializados».

Advierte que su novela Bajamares ha tenido muy mala suerte porque no se ha podido promocionar debido a la pandemia y ha estado seis meses confinada en cajas, pero el ‘boca a oreja' ha hecho un trabajo impresionante y han salido publicadas docenas de reseñas muy entusiastas firmadas por gente muy cualificada y de las cuales estoy muy agradecido.