Los diversos puntos de interés del festival se reparten por varios lugares de la geografía de Ciutat, como el Passeig del Born o La Misericòrdia, entre otros que albergarán actividades y exposiciones gratuitas. | Pere Bota

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Todo empezó poco a poco. El alcalde José Hila, acompañado de Alberto Jarabo, regidor de Participació Ciutadana, escuchaban atentos las explicaciones de Pere Joan en la inauguración del Còmic Nostrum este jueves. Ambos parecían algo fuera de su salsa, pero eso solo fue al principio. Como si del boceto de una historieta se tratara, a medida que avanzaban por las salas de la exposición El carrer la calidad de las piezas y sus colores se fueron contagiando.

Si hubo un estímulo definitivo fue el original de una viñeta de Mafalda, del recientemente fallecido Quino. Pero los protagonistas eran los autores locales, como Rafel Vaquer, que se convirtió en el guía personal y privilegiado al llegar a la imponente sala que comparte con Bartolomé Seguí. Allí, los ojos se abrían tanto como las bocas –aunque fuera difícil de juzgar por las mascarillas– que la describían como «una pasada».

La de ayer solo fue la primera de las muchas citas que trae a Palma la apretada agenda del Festival Còmic Nostrum, que desde hoy mismo trae a la ciudad actividades de todo tipo y a artistas de varias partes del mundo. La misma ciudad abre sus calles con instalaciones para disfrutar del arte del tebeo, la historieta, el cómic, o como lo quieran llamar. Pero arte, al fin y al cabo.

Disfrute

Y como arte que es, desde ayer la planta noble del Solleric acoge tanto la muestra El carrer como la de Alt.zine, y fue escenario del cada vez mayor goce de políticos que, junto a comisarios y artistas, olvidaron sus etiquetas para convertirse en simples admiradores de una gran calidad.

Desde creaciones de dibujantes locales, hasta envíos de varias partes del mundo ilustrando Palma a través de su imaginación o el trazo de los lápices mallorquines perfilando urbes como Nueva York o dando un matiz diferente, reflexivo, de nuestra ciudad. En definitiva, los trabajos más impresionantes de algunos de los profetas del tebeo balear nos abren páginas tras las puertas del Casal Solleric.