La décima edición ya está aquí, ¿la recibe tranquila o todavía es un manojo de nervios?
—Quedan por cerrar detalles, pero estoy bastante tranquila y con muchas ganas de celebrar la apertura. Esa noche es un momento de reflexión en la que todo el equipo nos decimos orgullosos: hemos llegado hasta aquí.
¿Cómo llega a estos diez años de festival?
—Llego cerrando una década. La de este año será una edición que va en la misma línea, aunque tenga su propio carácter, claro, pero es como cerrar un ciclo. Además, Benito Zambrano, que inaugura el festival con Pan de limón con semillas de amapola ya hizo lo propio en la primera entrega con La voz dormida, y es como cerrar un ciclo. Tenerle aquí de nuevo es la guinda del pastel y en la próxima década creo que empezaremos a evolucionar el Evolution! porque entramos en la adolescencia del festival.
Hay 139 películas, más sedes que nunca, ¿crece el Evolution!?
—Creo que es obvio que crece, pero es difícil contestar porque el hecho de que crezca no significa que mejore. Un festival mejora cuando tiene continuidad e invitados o cineastas que vienen porque ven que hay oportunidades para ellos, no solo para networking, sino para conseguir recursos para rodar y llevar a cabo sus proyectos.Esto es lo que atrae a la gente.
¿Hay diferencia entre este año y el anterior en plena pandemia?
—Si te digo la verdad, la edición de 2020 fue la más relajante de todas para mí. No había casi expectativas y el simple hecho de hacerlo ya era un éxito. Además, todo el mundo estaba libre. Llamamos a Ángela Molina y sin problemas. Lo mismo con Fernando Trueba. Eso fue genial porque nosotros tenemos muchísima competición ya que el 80% de los festivales en España se hacen en otoño, y nosotros nos metemos justo en medio.
El premio de honor es para Wim Wenders, ¿ha sido difícil traerle?
—Bueno, pues un poco sí. Es un hombre complicado. Majo, pero tiene su personalidad. Le hemos invitado muchos años, pero ha sido una relación edificada con el tiempo. Sabemos que no somos el festival deSan Sebastián, no podemos llamar a alguien del nivel de Maryl Streep y esperar que diga: claro, voy. Por eso es un lujo tenerle y que haya sacado tiempo para acudir.
¿Y qué puede contar del Evolutionary Award a SuzanneLindo?
—Aluciné con su trabajo Spring Blossom. Tiene una voz única y una gran trayectoria por delante. Lo que hace no se parece a nada y es lo que quiero ver como programadora de un festival.
¿Dónde hay más satisfacción: en traer a alguien consagrado o a un nuevo talento?
—Lo primero lo necesitas para hacer un festival, pero lo segundo me hace más feliz. Por ejemplo, el tercer año tuvimos Receta, del mexicano Fernando Frías, y el año pasado fue seleccionado por su país para los Oscar con Ya no estoy aquí, y me dijo que nuestro festival fue el que le abrió las puertas, y eso es algo bonito.
Su festival le da importancia a los cortometrajes, ¿qué valor le da a este género?
—Mucho porque es más difícil hacer un buen corto que un buen largo. Tienes menos tiempo y necesitas reducir para ir a la esencia. Además, normalmente no se tiene mucho presupuesto y el corto es el primer paso para luego ir hacia delante, y eso hay que apoyarlo al máximo.
¿Cuál es el futuro del Evolution!?
—Creo que pasa por hacer lo que decimos. Predicar con el ejemplo. Lo que nos diferencia de otros festivales es la internacionalización y me gustaría recuperarla con cosas como revivir el See the winners que hacíamos en otras ediciones, llevando a los ganadores a Los Ángeles donde tenían proyecciones de sus trabajos en Hollywood Boulevard, que es algo genial. Además, nos gustaría tener más presupuesto para tener más equipo todo el año y hacer eventos puntuales, que es la manera de hacer sobrevivir al cine y alejar a la gente de Netflix y lo streaming.
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