'Todo bajo el sol' de Ana Penyas.

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Las vacaciones de verano son para muchos un oasis y agosto es la máxima representación de ese remanso de paz. Por ello, es uno de los mejores momentos del año para la literatura, para dejarse llevar con lecturas más reposadas o más frenéticas, en la cama antes de ir a dormir(en el caso de los más clásicos y tradicionales), esperando una cerveza en la terraza de un bar o bajo una sombrilla en la playa. Sea cual sea el momento y el lugar, en este artículo se ofrece una selección –personal, claro– de títulos leídos durante otros veranos, así como obras pendientes por leer en estas vacaciones.

En esta lista de casi 30 volúmenes –sin ánimo de hacer ningún ránking– si hay un texto que aúne todo lo que puede simbolizar el verano es Vozdevieja. Si bien El evangelio fue uno de los libros más interesantes del año pasado, Vozdevieja fue un grato descubrimiento.Es una novela con un entrañable componente nostálgico que consigue que el lector reviva lo mejor de su infancia en un caluroso verano.

Otro libro con aroma estival, en este caso muy mallorquín, es Tot allò que una tarda morí amb les bicicletes, de LluciaRamis, que ha recuperado recientemente Anagrama. Sus páginas también rezuman nostalgia con los recuerdos familiares. Para los que quieran perderse en el bosque, Lítica, de Lucia Pietrelli, es un gran tesoro: una novela corta, intensa y magnética, con un tono elegíaco de imágenes difíciles de explicar.

Novela gráfica

La novela gráfica Baños Pleamar, de Isaac Sánchez(conocido como Loulogio), es un paseo por la infancia del autor, que se crió en el local-restaurante que regentaban sus padres. El clásico Persépolis, de Marjane Satrapi –que ella misma adaptó a la gran pantalla– es otra publicación a tener muy en cuenta, aunque no es muy apta para llevar a la playa o a la piscina. La genial ilustradora Ana Penyas, PremioNacional deCómic 2018 por su maravilloso trabajo Estamos todas bien, publicó en 2021 Todo bajo el sol, una propuesta que invita a reflexionar sobre el turismo de masas y la especulación urbanística.

Como lectura más ligera –lo que no quiere decir insustancial– sobresale la desternillante novela Wilt, de Tom Sharpe. Desde que me lo recomendó en Bachillerato una profesora de catalán, este libro –y todos los que vinieron después de la serie de Henry Wilt– se convirtió en un título de cabecera y el que más veces he recomendado.

Una publicación fresca que un amigo me ha insistido en que la incluya en este reportaje es Soy una tonta por quererte, de Camila Sosa Villada, un libro de relatos de «la escritora estrella entre la generación millennial». No hay que desperdiciar tampoco la oportunidad de leer Más que una mujer, de Caitlin Moran, que participará en el Festival Literatura Expandida Magaluf. A parte del divertido Cuaderno de vacaciones para adultos de Blackie Books, cabe destacar el libro del entretenido programa Téntol de IB3, conducido por Adrià Martí y Margalida Mateu. Aquí ofrecen pruebas y juegos lingüísticos para aprender y, sobre todo, echarse unas risas.

En el terreno audiovisual y para los que les guste comparar entre el libro y la serie, hace poco estrenaron en el Atlàntida    Sicília sense morts, excelente adaptación dirigida por LluísPrieto de la célebre novela de Guillem Frontera. En este apartado estála autora irlandesa Sally Rooney con Converses entre amics y Gent normal, ambas llevadas a la pantalla.

Por otra parte, los libros de relatos son perfectos para cuando no sabes si puedes comprometerte con una narración larga. Roald Dahl y PereCalders son, en este caso, maestros del cuento, siempre con giros inesperados que rompen una cotidianidad aparentemente aburrida. María Bastarós con No era a esto a lo que veníamos también juega con esa realidad, con un punto inquietante e incluso terrorífico.

No puede faltar el reconocido ensayo –que ya puede considerarse fenómeno– de Irene Vallejo El infinito en un junco (PremioNacional 2020). Y ahora que está tan de moda Rosalía, puede ser una buena oportunidad para analizar este otro fenómeno con el volumen La Rosalía. Ensayos sobre el mal querer, coordinado por JorgeCarrión en el que participan una decena de autores, entre ellos Fernández Mallo. Otros textos de no ficción recientes y atractivos son Los brotes negros. En los picos de ansiedad, de Eloy FernándezPorta y Leer mata, de Luna Miguel.

En la sección de lecturas con enjundia y en catalán destaca Mamut, la última entrega de la trilogía que Eva Baltasar empezó con Permagel; libros imposible de dejar a medias. También se lee de una sentada El món es torna senzill, de Laura Gost, una ficción corta, pero que remueve. Después de Reis del món –muy recomendable– llega el momento, si no se ha hecho ya, de leer la nueva propuesta deSebastià Alzamora:Ràbia. Otra publicación que llama la atención es La veu de la sirena, una obra bellísimamente ilustrada por Helena Pérez García en la que Carme Riera devuelve al voz a la sirena de Andersen con una versión actualizada. Por último, pero no por ello menos importante, recalcar la traducción de Martí Sales de Correus, la primera novela de Charles Bukowski, fruto de su experiencia como empleado de correos. Entre los títulos más originales de la lista se encuentran El libro de todos los amores, de Fernández Mallo; El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de la moldava Tatiana Tibuleac; La piel, de Sergio del Molino y Yo no sé de otras cosas, de Elisa Levi. Seguramente el verano no bastará para leer todas estas propuestas, pero ha sido una excusa perfecta para hablar de literatura más allá de las novedades, antes de que la rentreé se adueñe del protagonismo.