El autor valenciano Juan Francisco Ferrándiz es abogado de profesión.

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El autor valenciano Juan Francisco Ferrándiz (Cocentaina, Alicante, 1971) ambienta su nueva novela, L’hereva del mar (Rosa dels Vents y en castellano con Grijalbo) en uno de los periodos históricos más oscuros: la llegada de la peste negra. Sobre esta obra charlará este domingo por la tarde, a las 18.00, en la Fira del Llibre de Palma, en el Passeig del Born.

La novela histórica, la negra o la erótica han sido los géneros más leídos durante mucho tiempo. ¿Qué le atrae a usted de la ficción histórica?
—Me atrae sobre todo el hecho de que te permite hacer viajes en el tiempo aunque no te guste especialmente la Historia. Se trata de ver cómo vivieron nuestros ancestros en una época concreta y, de esta manera, vivir también esa aventura. Eso hace que la sensación a la hora de leer sea distinta. Nunca he considerado la novela histórica como una lección de Historia,sino que en la época nos da un contexto para contar una narración. Ningún autor de novela histórica se documenta leyendo novela histórica; acude a estudios históricos y, luego, a partir de ahí crea historias atrapantes. Lo que más me preocupa es eso: que la novela enganche y los lectores se sientan atrapados por los personajes más que por la época, que quieran vivir lo que vivieron ellos.

Sitúa esta historia en la Baja Edad Media, concretamente en el año 1348, «probablemente el año bisiesto más oscuro de la historia», pues empieza la primera oleada de la peste negra. ¿Por qué eligió un escenario tan oscuro?
—En el cielo, cuando la noche es oscura, las estrellas destacan más, brillan más. En los momentos históricos más oscuros es donde mejor brillan las historias de resiliencia, superación y lucha. La historia de Marina Montaner, la protagonista de L’hereva del mar, y de todas las hijas de mercaderes que vivieron la primera oleada de peste estaban desconcertadas, creían que era la apocalipsis. En 2020 nosotros también vivimos esa incertidumbre. En el caso de la peste, murió un tercio de la población o incluso la mitad en ciertas zonas. Está contextualizada en la Guerra de la Unió de Pere IV el Cerimoniós, quien culpa a las mujeres de lo sucedido y huye de Valencia. Es una situación oscura para los personajes, pero empiezan el camino de superación, de levantarse y seguir. En este sentido, es una novela optimista que cuenta la historia de mujeres valientes. L’hereva del mar recoge esas pequeñas historias perdidas para volver a mostrarlas a los lectores del siglo XXI.

¿Es una novela con una perspectiva feminista?
—Creo que tiene una perspectiva de justicia social. Maria Muntaner vive una aventura para intentar salvar a su familia, mientras asiste desconcertada al mundo de la mujer medieval de verdad. Es un descubrimiento personal que acaba siendo también el de los lectores. Es un momento en el que las hijas de los mercaderes tienen un futuro perfectamente delimitado: deben casarse con mercaderes, tener hijos y cuidar de ellos. Cuando escapa y llega a Valencia descubre la verdad, se encuentra en Barcelona con las beguinas, mujeres que viven libremente, al margen de matrimonios y órdenes religiosas. Parte de la documentación sobre estos asuntos la encontré en Mallorca, porque allí también hay una importante tradición marinera. Lo curioso es que cuando parece que el mundo está resurgiendo, las mujeres empiezan a estar relegadas de verdad, surgen normativas que les impiden, por ejemplo, acceder a los gremios y proliferan textos morales de la Iglesia instando a la mujer a quedarse en casa. Es algo que se agrava en el siglo XV con la Inquisición y la persecución de brujas. La brujería siempre ha sido un delito históricamente, pero por qué surge esa obsesión por apartar a la mujer y meterla en casa? L’hereva del mar intenta contestar a esa pregunta fundamental y profundamente humana.

Mallorca también aparece en la novela. ¿Qué vínculo tiene con la Isla?
—Aparece la entonces llamada Ciutat de Mallorca y Pollença. Si hablamos de una novela marinera del Mediterráneo es lógico que las Islas estén presentes porque fue un punto estratégico y comercial clave. Espero que a los mallorquines les guste. Por otra parte, a nivel personal, fue el primer viaje que hice en mi vida. Tenía 7 años y vine con mis padres. Más adelante vine sobre todo por trabajo, también a Eivissa. Pero esta es la primera vez que vengo como escritor, algo que me hace una tremenda ilusión.

¿Se imagina escribiendo sobre la irrupción del coronavirus?
—No me apetece. De hecho, creo que desde 2020 empatizamos mejor con las historias sobre pandemias. Mucha gente conecta a nivel emocional porque sentimos cosas similares. Otra generación estará más conectada con la guerra, pero nosotros con las pandemias porque lo hemos vivido.