El cineasta mallorquín Pere Antoni Sastre. | Francisco Ubilla

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El cineasta Pere Antoni Sastre llevaba tiempo dándole forma a un documental sobre la historia del mítico local Café-teatro-Salón, un bar con shows de transformismo regentado por Andrés Ferrer. La película se presentó este domingo como parte de la programación de la 14 edición del Atlàntida Mallorca Film Fest.

¿Qué necesidad hay de rescatar la memoria del transformismo?
—Es un documental sobre el Café-Teatro-Salón de Es Castell que regentó Andrés Ferrer durante tres décadas. Antes fue casino y ateneo. Andrés comienza a dirigirlo en los 80, después de una reforma, como bar con shows de transformismo. El lugar fue tan emblemático que pasaron cantantes como Núria Feliu, Joan Manuel Serrat o actrices como Mary Santpere. Del mundo transformista de Menorca destaca Paco Victory, que fue musa del local y explica que muchos hombres se enamoraban de él después de sus actuaciones, ya que encarnaba una belleza femenina bastante canónica. Era un sitio en el que iba del más facha al más progre. No era un local contracultural, pero sí tenía cierta sensibilidad camp.

¿Cómo surge la idea de rodar el documental?
—Nace del actor Josep Orfila y del director de arte y escenógrafo Pau Aulí, que conocían la historia del Café-Teatro-Salón desde pequeños y sabían que era un buen tema. La idea de hacer un documental fue de ellos. Se lo pasaron a Martí Torrebadella, de la productora Mañana, y me propusieron a mí para dirigirlo. El tema del transformismo no me interesaba a priori especialmente, pero el personaje de Andrés y su personalidad me engancharon. Tiene mucha fuerza.

¿Qué destacaría a nivel estético del documental?
—A nivel formal es bastante arriesgado. Hay una voluntad de desmarcarse de un documental convencional y huir del formato periodístico o expositivo para centrarnos más en la mirada de todo lo que se retrata. Teníamos un interés muy plástico, que resulta evidente en los planos y en la fotografía, que son poco convencionales.

¿Qué queda de todo ese ambiente del Café-Teatro-Salón?
—Es increíble, pero después de 20 años del cierre del local hay mucha gente que quiere mantener vivo su legado. Incluso existen dos agrupaciones, Siempre Salón y showMo, que cuentan con antiguos integrantes del mismo y hacen fiestas en pueblos y espectáculos en hoteles.

¿Cuál ha sido la implicación del protagonista, Andreu Ferrer?
—Se fue desvinculando un poco del proyecto. Justamente, en la película, queda reflejado ese proceso. Hablar del salón se le hace doloroso. El local fue una parte muy importante de su vida y el documental muestra esa historia, en parte.

El documental balear está viviendo un buen momento, ¿no es así?
—Es un momento muy positivo. Es cierto que los documentales son más económicos, y las islas tienen recursos limitados. Estábamos un poco acomplejados. Siempre hemos tenido que ver las historias de los demás y parecía que todo lo que era interesante venía de fuera. Ahora no es así; hay nombres del documental como Miguel Eek o Joan Porcell que trabajan mucho y muy bien. Si no le damos valor nosotros a lo que se produce y se rueda aquí, no se lo dará nadie.