Incluido en el Inventario de Patrimonio Cultural Inmaterial de Menorca, el arader originariamente se trataba de un carpintero especializado en la elaboración de todo tipo de herramientas agrícolas u objetos domésticos de trabajo para el campo como vallas, barandillas, balaustradas, taburetes o mangos de herramientas, entre otros. De hecho, el nombre proviene de su dominio en la fabricación y reparación de aradas, una pieza fundamental para labrar y sembrar que los romanos introdujeron en la isla. Pero la figura del arader menorquín ha ido evolucionando hasta llegar a convertirse en un artesano de la madera, cuyo oficio perdura y está floreciendo estos últimos años gracias al gran interés que generan las típicas barreras menorquinas de acebuche. Miquel Gomila Carreras encarna la cuarta generación de una saga de araders en es Mercadal, que se dedica en cuerpo y alma desde hace cuarenta años a mantener vivo este patrimonio etnológico.
¿Qué está pasando con las barreras menorquinas de acebuche?
Pues la verdad es que hay lista de espera porque no somos capaces de satisfacer toda la demanda existente. La llegada de propietarios foráneos que han recuperado fincas que estaban abandonadas o incluso su transformación en hoteles o agroturismos ha despertado un gran interés en este tipo de barreras que va más allá de su uso habitual.
¿Pero qué tienen estas barreras que las hacen tan especiales y deseadas?
Yo siempre explico medio en broma que dentro de una barrera, y sobre todo de un acebuche, hay una tramontana que ha sido la encargada de crear todas estas figuras. Muchas veces me preguntan cómo conseguimos dar forma a la madera y yo les cuento que de ello se encarga el viento, no los araders. Nosotros recogemos lo que la naturaleza nos regala y jugamos a encajar estos elementos.
¿Quiénes son sus principales clientes?
De toda clase. Ahora mismo estoy acabando unas barreras para un hotel rural y este pedido me ha supuesto un volumen de trabajo ingente que, si lo comparamos, es muy superior al que haya podido tener que hacer a lo largo de veinte años para los payeses. También se acerca a mi taller gente que pasa sus vacaciones y me hace un encargo para que se lo mande a Francia, a Italia, a Alemania…. ¡les encanta!
¿Cuánto tarda en hacer una barrera de acebuche?
Pues si le soy sincero, no lo he contado nunca porque es un proceso demasiado largo que se origina cuando me cortan la leña y me la traen hasta el taller, donde la tengo entre uno y dos años para que se seque. Después hay que seleccionar las piezas que me interesan para que un día puedan formar parte de una barrera. Es un trabajo tan laborioso que si tuvieras que sumar todas las horas, sería imposible…
Pero una vez en el taller, ante un pedido concreto….
Pues normalmente, para poder hacer barreras de un tamaño considerable como mínimo se destinan unas quince horas de trabajo, si no más. Muchas veces sufro porque quizás hay detrás una subvención, ya que se incentiva el mantener y mejorar el paisaje rural con estas piezas tan identitarias.
¿Es un proceso únicamente manual?
Cien por cien manual ya no lo es porque la mecanización se ha producido en los últimos cincuenta años, pero yo siempre digo que nuestros antepasados araders eran mucho mejores que nosotros porque disponían de sus manos y pocas herramientas más para hacer todo el trabajo, una auténtica maravilla, sin duda. Sigue teniendo el componente de oficio artesano, eso sin lugar a dudas.
¿Y de qué zona de Menorca provienen los acebuches que utiliza?
Mi abuelo solía decir que los acebuches de la zona norte de Menorca eran más fuertes y resistentes, sobre todo porque en aquella época se hacía todo a mano, con una hacha y el uixol, la típica herramienta de los araders que se usa para ajustar, además de la raspa o la escarpa. En cambio, los acebuches de la zona sur, como no habían sido tan castigados por la tramontana, no eran tan buenos.
¿Son piezas decorativas también?
Realmente si eres un poco artista, el acebuche posee unas formas que te permiten dar rienda suelta a la imaginación en términos de decoración, convirtiéndolo incluso en una salida profesional como artesano. Entre mis trabajos también he construido barreras que se usan como cabezales de cama.
Por cierto, ¿y cuánto pueden durar unas barreras de acebuche?
Si la leña está cortada en buena luna, una barrera puede llegar a durar hasta veinte años. ¡Demasiado tiempo!