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GEMMA CASADEVALL-BERLÍN El Gobierno roji-verde del canciller Gerhard Schroeder ha conseguido el sí parlamentario a su reforma de las pensiones, el segundo gran proyecto gubernamental tras el paquete fiscal, gracias al apoyo interesado de los estados federados gobernados en coalición con los conservadores. Las dos cámaras del Parlamento alemán (Bundestag y Bundesrat) dieron ayer el visto bueno definitivo al nuevo sistema de jubilaciones, que introducirá una fórmula mixta entre la seguridad social y los planes privados. El plan de Riester ha sido confeccionado teniendo en cuenta la inversión de la pirámide demográfica, que hará que cada vez haya menos contribuyentes y más jubilados.

Su objetivo de evitar que se disparen las cuotas al seguro de pensiones y, a la vez, que no caigan las rentas de los jubilados. A grandes rasgos, la reforma prevé un descenso escalonado hasta el 2030 del nivel de las rentas, que pasará del actual 70% sobre los últimos salarios hasta el 67%.

Ese descenso en el nivel de la renta se compensará con un seguro privado complementario, financiado parcialmente por el Estado, al que el trabajador destinará, por su parte, un 1% de su sueldo bruto, a partir de 2002, para aumentar esa contribución hasta el 4% en el 2008. A cambio, se garantiza que las cuotas al seguro se mantendrán por debajo del 20% (ahora se encuentra en el 19'1%) hasta 2020 y que no sobrepasarán el 22% hasta el 2030.