El líder antiglobalización francés José Bové ingresó ayer en la
cárcel de Villeneuve-les-Maguelone (sur de Francia) con ocho horas
de retraso y ataviado con el típico traje a rayas de los presos,
tras recorrer en tractor unos 160 kilómetros.
Bové tiene que cumplir una pena de tres meses de prisión
efectiva por los daños causados en 1999 a una hamburguesería
McDonald's en construcción en Millau.
El condenado tenía que llegar a la cárcel a 08.00 hora local
(06.00 GMT), pero lo hizo ocho horas más tarde al frente de un
cortejo de una decena de tractores, y una veintena de automóviles y
camiones al que abrían paso motoristas de la Gendarmería.
Bové llegó a las puertas de la cárcel encadenado a los otros
nueve militantes perseguidos por la Justicia por el ataque a la
hamburguesería, entre fuertes medidas de seguridad y numerosas
personas que le esperaban. El líder sindical campesino afirmó que
su ingreso en prisión es su forma de «ayudar al movimiento social
frente al riesgo» que representa el nuevo Gobierno de centroderecha
del primer ministro Jean-Pierre Raffarin, tras las pasadas
elecciones.
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