El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, subrayó ayer que ningún
estado árabe, ni siquiera Arabia Saudí y Kuwait, los principales
aliados de Washington en Oriente Medio, colaborará en un ataque de
Estados Unidos contra Irak. Las declaraciones del presidente
egipcio fueron respaldadas pocas horas después por su colega sirio,
Bachar Al-Asad, quien renovó su oposición a cualquier acción bélica
del Pentágono contra el régimen de Bagdad y expresó de nuevo su
solidaridad con el pueblo iraquí.
Las amenazas de Estados Unidos contra el régimen del presidente
iraquí, Sadam Husein, recuperaron vigor en los últimos días,
después de que Washington advirtiera de que el presidente
norteamericano, George W. Bush, «no necesita el permiso del
Congreso para lanzar el ataque». Sin embargo, Mubarak alertó hoy de
que actualmente «no existe ningún Estado árabe que acepte un ataque
contra Irak, ni siquiera Kuwait o Arabia Saudí». «Arabia Saudí ha
dejado claro que no está dispuesta a permitir que se usen sus bases
militares para un ataque contra Irak», recalcó el presidente
egipcio en un discurso transmitido por televisión desde la ciudad
mediterránea egipcia de Alejandría. Mubarak indicó, además, que le
ha reiterado a Bush que una operación militar contra Bagdad, en
estos momentos, «esparciría el caos en Oriente Medio».
Por otra parte, los líderes árabes multiplican sus contactos y
esfuerzos con el fin de evitar un posible ataque de EEUU contra
Irak para derrocar al régimen de Bagdad, lo que podría
desestabilizar Oriente Medio y poner en peligro sus gobiernos.
Siria, que en meses pasados ha mantenido una actitud discreta en lo
referente a la situación de la zona, ha adquirido protagonismo en
estos días con un viaje del presidente Bachar Al Asad a Arabia
Saudí y las visitas que espera hoy en Damasco del vicepresidente
iraquí, Taha Yasin Ramadán, y el rey Hamad de Bahrein.
George Bush, tuvo ayer un gesto al acoger en su rancho de Texas
al embajador saudí para discutir la política sobre Oriente Medio, y
especialmente sobre Irak, en un intento de recomponer su alianza
con Arabia Saudí. La conversación fue un intento de poner fin a la
trayectoria que en las últimas dos semanas ha ido separando cada
vez más a los dos países, sobre todo por la negativa de Riad a
apoyar una ofensiva militar de Washington contra Irak. El embajador
saudí, príncipe Bandar bin Sultan al Saud, viajó al rancho de
Crawford con su familia y almorzó con Bush.
Fue más un gesto de formas que de fondo, ya que el presidente de
EEUU sólo ha reservado este trato especial a estadistas como el
ruso Vladímir Putin y el británico Tony Blair. En otro orden, el
presidente iraquí, Sadam Husein, acusó ayer al Consejo de Seguridad
de la ONU de no cumplir sus compromisos, mientras Bagdad respetaba
todos los suyos con Naciones Unidas, según informó la agencia
oficial INA. En declaraciones durante su entrevista con el ministro
de Asuntos Exteriores de Qatar, Hamad bin Jasem al Thani, Sadam
Husein aseguró que «Irak ha cumplido todos los compromisos que el
Consejo de Seguridad de la ONU le impuso, pero éste no ha aplicado
sus compromisos, contenidos en sus propias resoluciones».
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