Un atentado suicida golpeó ayer el corazón de Moscú y causó al
menos seis muertos apenas dos días después de la celebración de
unas elecciones parlamentarias en las que Rusia eludió el lado más
oscuro de la guerra de Chechenia: el terrorismo.
Seis personas, entre quienes se pueden contar una o dos posibles
terroristas suicidas, murieron destrozadas por la bomba que estalló
a medio centenar de metros del edificio de la sede del Legislativo
ruso y a pocos metros también del Kremlin y la Plaza Roja.
Una de estas personas, al parecer una mujer que portaba el
cinturón con explosivos cuyos fragmentos se hallaron después, quedó
prácticamente volatilizada, y algunos de sus restos se hallaron a
60 metros del lugar de la explosión, junto al hotel Nacional y la
avenida Tverskaya, espina dorsal del centro de Moscú.
Al menos otras 14 personas resultaron heridas y cinco de ellas
se encuentran muy graves en reanimación. Una fuente de los
servicios secretos rusos explicó que en el lugar del atentado se
hallaron los restos de un cinturón que pudo haber sido empleado
para adosar explosivos en torno a la cintura de una terrorista.
Según estos datos, el cinturón contenía numerosas bolas
metálicas y rodamientos, algunos de los cuales se incrustaron en el
cuarto piso del hotel Nacional, donde se alojaban varios miembros
del Consejo de Europa y ciudadanos extranjeros, que no sufrieron
daños.
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