Mientras tanto, altos mandos militares y cargos gubernamentales
cercanos a Musharraf se reunieron en el recinto donde se encuentra
el Cuartel General del Ejército, donde tiene su residencia
Musharraf, para evaluar la situación tras este ataque.
El primer ministro paquistaní, Mir Zarafullah Khan Jamali, dijo
que «este segundo atentado contra la vida del presidente es un
grave fallo de la seguridad y, porque Dios no lo ha querido, no ha
pasado nada que pueda desestabilizar el sistema».
«Al menos catorce personas, incluidos los dos autores del
ataque, han muerto y otras 46 están heridas, algunas de ellas de
extrema gravedad», a consecuencia de las deflagraciones de los dos
coches al paso de la comitiva en que se trasladaba Musharraf, según
declaró el ministro del Interior, Faisal Saleh Hayat.
Las dos camionetas, con unos 30 kilos de explosivos cada una, se
encontraban estacionadas en sendas gasolineras, una de la compañía
francesa «Total» y otra de la empresa pública paquistaní «State
Oil», y los dos terroristas suicidas hicieron detonar sucesivamente
sus bombas al paso de la caravana presidencial.
Varios de los coches, incluido el del presidente, fueron
alcanzados por las explosiones, pero pudieron seguir su camino con
pequeños desperfectos, aunque al menos cinco de los policías que
vigilaban en la calle el paso de la comitiva se encuentran entre
los muertos.
Según las informaciones recibidas por Hayat, «restos humanos, de
las personas alcanzadas directamente por las explosiones, quedaron
desperdigados por el lugar».
Para el responsable de Interior, la organización terrorista
islámica que lidera el saudí Osama Bin Laden, «Al Qaeda, podría
estar implicada en este segundo atentado contra el presidente».
Cientos de personas, familiares de los fallecidos y heridos en
el atentado, se concentraron poco después frente al Hospital
Central de Rawalpindi, donde se pudieron observar escenas de
dolor.
Este segundo atentado se ha producido en un punto no muy lejano
del puente que fue destruido por cinco potentes bombas el pasado 14
de diciembre, momentos después del paso del coche del presidente
paquistaní, sin ocasionar víctimas.
Posteriormente, los servicios de seguridad paquistaníes
descubrieron que cinco bombas, con 250 kilos de explosivos y un
sistema de detonación a distancia, de un modelo nunca utilizado
antes en el país, habían sido usadas en el atentado.
El atentado se produce apenas un día después de que Musharraf
anunciara que dejará la Jefatura de las Fuerzas Armadas a finales
del 2004, la principal reclamación que hacen al gobernante los
grupos de oposición paquistaníes, en especial los integristas
islámicos, para que siga en la Presidencia del país.
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