Jóvenes checos celebran en Praga la entrada de su país en la Unión Europea. Foto: MARTIN STERBA/AP

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F. PAJARES/J. SANZ-DUBLÍN
Una brillante y solemne ceremonia, celebrada en un día radiante ante el palacio de la Presidencia irlandesa, saludó ayer el nacimiento de la nueva Europa unida. Fue una jornada de himnos, de banderas y de palabras emocionantes en torno a la histórica ampliación de la Unión Europea, convertida ya en el Grupo de los Veinticinco, un espacio democrático que comparten 450 millones de habitantes. Por la mañana, los presidentes del Consejo -el primer ministro irlandés, Bertie Ahern-, de la Comisión, Romano Prodi, y del Parlamento europeo, Pat Cox, dieron la bienvenida a los diez nuevos Estados miembros de la UE en el Castillo de Dublín. Por la tarde, la tradicional foto de familia. Los veinticinco dirigentes formados, de tres en fondo, en los jardines del palacete de Farmleigh House. En la foto, el presidente francés, Jacques Chirac, junto al canciller alemán, Gerhard Shröder y el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. El comentario de la prensa española fue inevitable: ahí está, perfectamente alineado, el nuevo eje París-Berlín-Madrid que se ha creado esta misma semana en el corazón de Europa.

La Europa de los Veinticinco nació ayer entre celebraciones en el este y el oeste, y con una prioridad política unánime: concluir cuanto antes la Constitución que deberá permitirle huir de la parálisis y gestionar con éxito su enorme diversidad. El ingreso en la Unión Europea (UE) de diez nuevos estados miembros creó un bloque político y económico sin igual en el mundo, con más de 450 millones de habitantes regidos por leyes, valores e instituciones comunes. La gran ampliación de la UE al Este se ha hecho realidad antes de que los gobiernos comunitarios pudieran concluir una reforma satisfactoria de las instituciones supranacionales que fueron creadas en 1957 cuando el «club comunitario» estaba formado solamente por seis miembros, tres «grandes» (Alemania, Francia e Italia) y tres «pequeños» (Bélgica, Holanda y Luxemburgo).

Después, los jefes de Estado o de Gobierno se trasladaron a la residencia de la presidenta de la República de Irlanda, Mary McAleese, para participar en la ceremonia oficial que selló la ampliación de la UE. El acto, celebrado en los jardines del palacio, arrancó con unas palabras de la jefa del Estado irlandés, quien resumió la efeméride diciendo: «Hoy damos a nuestros hijos el regalo de la mayor unión europea de la historia». Enseguida, el primer ministro irlandés y presidente de turno de la UE, Bertie Ahern, se dirigió a los reunidos para decir: «Nuestras naciones son democracias fuertes. Nos hemos unido libremente. Actuamos unos con otros con solidaridad. Trabajamos juntos en fines comunes y con instituciones que no existen en ningún otro lugar del mundo».