Un total de 17 muertos, entre ellos un militar estadounidense y un
dirigente de un partido sunita, 44 heridos y el descubrimiento de
diez cadáveres fue el balance de una nueva jornada de ataques y
atentados suicidas vivida ayer en Irak, a tan sólo cuatro días de
la celebración del referéndum sobre la nueva Constitución.
Dos fueron los ataques lanzados ayer contra la Zona Verde, el
recinto mejor protegido de Bagdad, donde se sitúan las embajadas de
Estados Unidos y del Reino Unido, así como algunos ministerios
iraquíes.
Primero fue un cohete que cayó en su interior en torno a las
9.30 de la mañana (06.30 GMT) y no causó víctimas, pero hora y
media después un terrorista suicida que conducía un coche cargado
de explosivos embistió un puesto de control de los que dan acceso
al lugar.
En este atentado contra el «puesto de control número 16», en la
calle de Al Kindi, murieron un soldado estadounidense y tres
personas resultaron heridas (entre ellas otro soldado de EEUU, un
traductor y un civil).
Sin embargo, el ministerio del Interior iraquí aseguró que hay
tres agentes de las fuerzas especiales que también han muerto, a
los que hay que añadir seis heridos más, cinco de ellos
civiles.
También Hilla, situada cien kilómetros al sur de Bagdad, fue
objeto de otro osado ataque contra el centro de poder militar y
civil de la ciudad, aunque no dejó víctimas. El «Hotel Babel» donde
se sitúa la llamada «administración civil» de la coalición militar
y una oficina consular estadounidense también fue atacado con cinco
morteros, de los que cuatro cayeron frente al hotel y uno en el
tejado del edificio, causando solo daños leves.
En la provincia de Tamim, cuya capital es Kirkuk (situada a 250
kilómetros al norte de Bagdad), dos ataques separados mataron a
cinco policías que se encontraban en ambos casos de patrulla, y
dejaron a diez más heridos.
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