Alexander Fomin, Sergei Ryabkov y Jens Stoltenberg en rueda de prensa tras la reunión. | OLIVIER HOSLET / POOL

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La OTAN y Rusia evidenciaron este miércoles «significativas diferencias» y no se movieron de sus posiciones sobre la situación en Ucrania y la seguridad en Europa, en la primera reunión que celebraron en más de dos años, pero no se cerraron a continuar dialogando. «Hay significativas diferencias entre los aliados y Rusia en estos asuntos» que «no serán fáciles de superar», reconoció el secretario general aliado, Jens Stoltenberg, en una rueda de prensa al término del primer Consejo OTAN-Rusia, la principal plataforma de diálogo entre las dos partes, desde julio de 2019. No obstante, consideró una «señal positiva» que se hayan «sentado alrededor de la misma mesa y abordado asuntos importantes», como son el refuerzo militar ordenado por Moscú junto a Ucrania y sus implicaciones para la seguridad en Europa. Reconoció que no mantuvieron una «discusión fácil» en el encuentro, que llevó al secretario general aliado a comparecer ante la prensa una hora más tarde de lo previsto. «Pero exactamente por eso esta reunión era tan importante», aseguró.

Las dos partes se dedicaron a pasar revista a sus líneas rojas sin hacer concesiones. Los aliados insistieron en que Rusia rebaje la tensión provocada por su refuerzo militar junto a Ucrania, respete la soberanía e integridad territorial de sus vecinos y se abstenga de «adoptar posturas de fuerza agresivas y actividades malignas dirigidas contra los aliados». Stoltenberg señaló que están dispuestos a dialogar «de buena fe» pero, al mismo tiempo, deben estar preparados en caso de que Rusia «una vez más opte por la confrontación»: dejaron claro que si vuelve a usar la fuerza contra Ucrania sería un «grave error estratégico» que tendría «severas consecuencias» y un «coste elevado». El político noruego explicó que la delegación de Rusia, que estuvo encabezada por su viceministro de Exteriores, Alexander Grushko, repasó las propuestas sobre seguridad en Europa que hizo en diciembre a la OTAN y a Estados Unidos, centradas fundamentalmente en que la Alianza no siga expandiéndose cerca de sus fronteras. En cambio, los aliados confirmaron su política de «puertas abiertas», subrayaron que cada país tiene derecho a elegir sus propios acuerdos de seguridad y dijeron que «no renunciarán a su capacidad de proteger y defenderse entre ellos», incluyendo «con la presencia de tropas en la parte este de la Alianza».

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En cualquier caso, las dos partes expresaron la necesidad de reanudar el diálogo y explorar un calendario de futuras reuniones, según Stoltenberg, quien precisó que Rusia aún no estaba hoy en posición de dar una respuesta para concretar fechas. La subsecretaria de Estado de EEUU, Wendy Sherman, que encabezó la delegación de su país, apuntó en una rueda de prensa que no escuchó de Rusia «cosas nuevas en sustancia» y que «lo importante es que, al final de la reunión, los rusos no estaban dispuestos a comprometerse a una serie de discusiones, pero tampoco las rechazaron». «Todos nosotros, incluida Rusia, tenemos que volver a nuestros gobiernos para decidir los próximos pasos», comentó. «Nosotros estamos dispuestos a sentarnos y esperamos que Rusia esté dispuesta a reunirse en una serie de encuentros, porque el diálogo es lo que necesitamos, en diferentes formatos, bilaterales entre Rusia y EEUU, en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y en el Consejo OTAN-Rusia», indicó el secretario general sobre las discusiones con Moscú que se desarrollan esta semana en diferentes escenarios.

«Hay un riesgo real de un nuevo conflicto armado en Europa, pero por eso esa reunión y otras de este semana son tan importantes», dijo. Stoltenberg afirmó que a la Alianza le interesa incrementar la transparencia de los ejercicios militares, evitar incidentes militares peligrosos y reducir las amenazas en el espacio y las cibernéticas. También ofrecieron a Rusia abordar el control de armas, el desarme y la no proliferación, así como tratar la limitación recíproca de misiles y las políticas nucleares. Otro punto de interés para la OTAN es mejorar los canales de comunicación civil y militar, así como restablecer sus respectivas oficinas diplomáticas en Bruselas y Moscú -retiradas a raíz de la denuncia de la Alianza de que los miembros de la misión rusa eran espías-, algo a lo que los aliados están dispuestos «sin precondiciones». Stoltenberg aseguró que los aliados «no se hacen ilusiones» sobre las perspectivas de progreso en estas conversaciones, pero reconoció que, aunque el diálogo es «difícil», resulta «necesario».