Las colas para conseguir pan han dejado una de las imágenes más gráficas en estas últimas semanas de los problemas que tiene la población de la Franja para abastecerse, derivada entre otras razones de la progresiva paralización de los molinos. El último que seguía activo, el de As Salam, en Deir al Balá, fue alcanzado por un ataque el jueves y quedó «destruido», según la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU.
Las panaderías se han visto obligadas a parar su actividad «por falta de combustible, agua y harina de trigo» y por «daños estructurales». La OCHA afirma que ya no hay harina en el mercado, si bien la situación alimentaria es especialmente grave en el norte, principal foco de la ofensiva que lanzaron el 7 de octubre las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) para responder a los ataques de Hamás.
El Programa Mundial de Alimentos ha lanzado varios avisos sobre el empeoramiento de la situación y la ONU ya ha detectado un cambio en los patrones de consumo que llevan a saltarse o reducir comidas o a ingerir alimentos crudos de manera «poco convencional», como «combinaciones de cebolla cruda y berenjena sin cocinar».
Desde la apertura del paso fronterizo de Rafá el 21 de octubre, han entrado en Gaza más de 1.100 camiones con ayuda, pero todas las organizaciones coinciden que es insuficiente. Una de las principales reivindicaciones gira en torno a la entrada de combustible, después de que el jueves la agencia para los refugiados palestinos (UNRWA) recibiese por primera vez un cargamento de 23.000 litros.
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Atacan a los civiles no a los de hammas.