La velocidad se adueña de la vida del hombre, del «urbanita» o
habitante de ciudad que siempre tiene prisa; que no puede perder un
minuto, ni «someter sus carnes» a prisiones de tela que le impidan
rapidez de movimientos, o sentarse muchas horas lo más cómodamente
posible.
La moda cambia también muy deprisa, se adapta a los tiempos, y
en los roperos, sin olvidarse de la elegancia, se sustituyen los
clásicos trajes de chaqueta "que tiran de sisa al sentarse" por
otros de corte más desestructurado que «se mueven mejor».
El hombre actual, aunque menos radical en sus gustos que la
mujer, quiere gozar también de cierta libertad a la hora de decidir
lo que se pone: combinar pantalones y americanas de distintos
colores y tejidos, desterrar la corbata al rincón más oscuro del
armario, o una camisa de color rosa... son elecciones que
posibilitan poner un cierto desenfado en el vestir de cada día.
En la ropa masculina para este verano predominan los colores
tierra, los caquis y algunos pastel. Ocres, beiges, verdes pistacho
y azules claros "en tonos muy suaves" se mezclan con los clásicos
negro o azul marino, y con el blanco hielo, que presenta matices
grisazulados muy difusos. Lino y algodón son los componentes
básicos de prendas informales, ya sean pantalones, cazadoras o
sobrecamisas. Lana fría y alpaca se emplean en la «ropa de vestir»,
y a veces se mezclan con una pequeña proporción de lycra, que dota
de elasticidad al conjunto. Las americanas se abrochan en el centro
y con cuatro botones, de forma que la solapa se acorta. Los
bolsillos, de parche; los hombros, menos marcados que en las
últimas ocasiones. l Teresa Pascual
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